miércoles, 14 de diciembre de 2011

Ganar o ganar, no queda otra

Pablo Orleans | Hay que ganar. Ésa es la premisa básica en la que deben pensar los jugadores y el cuerpo técnico del FC Barcelona. No hay excusas. El momento, dulce para los azulgrana, no deja otra alternativa, y pensar en lo contrario o divagar en pormenores sería un grave error. Hay que afrontar este partido como un mero trámite para llegar a la final del Mundialito, jugando con seriedad pero con la calma y tranquilidad que permite el gran abismo técnico que separa a qataríes y españoles. El Al-Sadd, campeón asiático, está disputando el torneo pensado para que lo disputen europeos y sudamericanos, un dato importante para saber a qué se enfrentan mañana los de Guardiola. Los de Jorge Fossati saldrán, como es lógico, hipermotivados, pero ni los "ex europeos" ni los muchos internacionales con Qatar que hay en sus filas deberían suponer un incordio para lograr el pase a la final. 

Guardiola en una rueda de prensa en Japón. Foto | As
De hecho, no llegar a la final de este torneo que pretende -sin éxito- coronar al mejor equipo del mundo, sería una auténtica catástrofe que se vería rebajada en caso de hacerlo en la final frente al Santos de Neymar. Pero ésa es, ahora, otra historia. Lo importante es ganar con contundencia y buen juego ante el conjunto qatarí y empezar a meter el miedo en el cuerpo a los habilidosos brasileños encabezados por crestaman.

Para ello, será imprescindible mantener la serenidad, la calma que apareció en el Bernabéu tras el rápido gol de Benzemá, y saber que el balón entrará, no una o dos veces, sino alguna más. Por lo menos, así debería ser. De ser yo el encargado de hacer la alineación, apostaría por Thiago, Cuenca o Afellay en el once titular. Me temo que la precaución de Pep supondrá ver al mejor equipo posible sobre la alfombra japonesa. He de decir que, conociendo a Guardiola y sus imprevisibles, inesperados y originales cambios en su once titular, cualquier cosa puede pasar, pero con estos jugadores al inicio, el Barça puede asegurar el compromiso y la calidad de los Xavi, Villa o Alexis y puede hacerlos rodar en partidos de relativa importancia sin correr demasiados riesgos. 

Mañana, a las once y media de la mañana, mientras algunos todavía estén desayunando, CUATRO emitirá en directo el partido en el que el Barça, salvo sorpresa mayúscula e improbable, logrará el pase a la final del Mundial de clubes y se enfrentará, el próximo domingo a la misma hora, ante el Santos brasileño. Jugar, ganar y llegar a la final. No debería haber otra opción.
     

lunes, 12 de diciembre de 2011

Melodía bélica en el Clásico

Pablo Orleans | El ritmo del Barça sonó con acordes dorados por la capital de España. La orquesta dirigida por un coherente y atrevido Pep Guardiola impuso su perfección en uno de los escenarios más exigentes del mundo. Ni el rápido traspiés sufrido con una nota malsonante de un Valdés demasiado confiado en conocer a la perfección la partitura, ensayada durante años y con notas minuciosamente seleccionadas, impidió que el respetable ovacionará la actuación de los maestros y salieran victoriosos de tan complicado compromiso. De la mano del genio argentino, Leo Messi, la sinfonía paciente del grupo en general cosechó frutos conforme pasaban los actos. Iniesta, hábil como siempre en su faceta, y Xavi, manejando la batuta con habilidad y esmero, hicieron de "flautistas de Hamelin", robando resistencia a los blancos oponentes y animando a los suyos a seguir el único camino posible: la música perfecta.


Fue entonces cuando la batalla dio un vuelco enorme. Los vengativos guerreros capitalinos, buscando con ansia el momento de devolver los golpes pasados, dejaron a un lado la concentración y se centraron en apuntillar al bando rival con precipitación y necesidad. Se ahogaron en sus propias exigencias y su líder, un Ronaldo que llegaba con una buena racha de bajas en anteriores batallas, erró inexplicablemente en los momentos en los que los jefes nunca deben fallar. Siguiendo el guión de guerras anteriores, el portugués se cerró en sí mismo y la presión apagó su gran momento de forma hasta el momento. Así, el batallón culé avanzó sin descanso pero con cautela por terreno hostil penetrando por tres veces en el campo base rival. El primer susto quedó en anécdota y los de Guardiola se alzaron con la victoria. Una batalla ganada no da la guerra, pero anima a las tropas a seguir luchando por conseguir su objetivo. La Liga todavía no está (ni mucho menos) sentenciada.

ImagenAs.com 

sábado, 10 de diciembre de 2011

Que sea un gran espectáculo (y que gane el Barça)

Pablo Orleans | Vuelve la emoción al fútbol español. Y con ella, La Crónica Blaugrana retoma su actividad tras varios meses de indecisión, ocupación y descanso. Esta noche hay más que tres puntos en juego. Cuando un Madrid-Barça asoma por el horizonte, hasta los más escépticos futboleros se plantan delante de los televisores, toman posición y disfrutan de una hora y media de tensión, pasión y sentimientos encontrados. Amigos, familiares y desconocidos varios se unen en torno a una barra de bar o una mesa de salón repleta de aperitivos y cervezas para disfrutar, no sólo de 90 minutos de fútbol, sino también de 90 minutos de discusión, risas, nerviosismo, júbilo, desesperación, esperanza, evasión y compañía.


La hora se acerca y los hinchas de ambos conjuntos comienzan a sentir esa inconfundible sensación de inquietud, de impaciencia contenida y de confianza temerosa. Todos quieren ganar, ninguno se atreve a asegurarlo. Puede pasar de todo. El miedo a contemplar un soporífero encuentro de manos de los dos mejores equipos del planeta se ha quedado en el olvido. Probablemente, los veintitantos jugadores que salten a la alfombra verde del Bernabéu esta noche, harán todo lo posible para que el enésimo partido del siglo sea trepidante, emocionante y único. Que se vea espectáculo, buen fútbol y rivalidad sana. Que dejen las patadas y el teatro a un lado y se dediquen a deleitar al respetable (de las gradas y de las pantallas) con un partido de fútbol digno de la liga española y, sobre todo, de estos dos equipos. 

El Barça tiene la presión. Por más que digan, perder esta noche sería un duro golpe (salvable) que obligaría a los de Pep a ir a remolque el resto de temporada. Seis puntos (no nueve, como afirman algunos) serían un mullido colchón para los de Mourinho. Seis puntos que, de convertirse en triunfo el partido que todavía no han jugado los blancos, serían tres las victorias de ventaja que les llevarían a los culés. Tres victorias que, ciertamente serían muy complicadas de remontar. Pero para ello, el Madrid deberá ganar a domicilio la próxima jornada a un Sevilla necesitado de puntos para entrar en zona Champions. 

Aún con todo, el "caballero del honor" también soporta presión. La necesidad de ganarle al Barça llega más allá de la necesidad de irse seis puntos arriba. Arrebatar la hegemonía culé de los últimos años empieza por ganarle directamente, devolviéndole la confianza a sus aficionados y jugadores. Es cierto que el Real ha mejorado respecto al año pasado. Su defensa, más férrea y su ataque, enchufado, buscarán esta noche devolver los golpes pasados y creer en sí mismos para borrar el hambre de títulos que no supo saciar la Copa del Rey. 

Todo está preparado. Todo está listo. Ahora sólo nos queda esperar, sentarnos con los nuestros (sean de los colores que sean), agarrar una cervecita, tomar un aperitivo y disfrutar o sufrir delante de los televisores. 
Que sea un gran partido de fútbol.

   

miércoles, 4 de mayo de 2011

Wembley: El pase a una justa victoria



Pablo Orleans | Con el ambiente enrarecido, pesado ante la tensión y el diluvio caído sobre Barcelona, ante tantos momentos de rivalidad, de discusiones banales infundadas en excusas pasadas, en heridas abiertas que todavía no han cerrado, Barça y Madrid volvían a verse las caras por quinta vez en la temporada. Con mala cara y peores pulgas, los amigos de 'La Roja' ni se miraban en el obligado cruce de la UEFA prepartido y que más de uno habría evitado. Las mentes concentradas, distaban mucho del mensaje victimista que, una semana atrás, el neodios madridista José Mourinho, había realizado en rueda de prensa cargando contra el colegiado una derrota para salir airoso de un mal planteamiento. Guardiola, conocedor y víctima del pundonor merengue, preparó a los suyos para una vuelta en la que nada estaba hecho y había mucho que perder.

El pitido inicial demostró el remiendo del visitante intentando olvidar el error de anfitrión. El Madrid presionaba y buscaba el balón mientras el Barça, experto en la posesión y el desquicio repetitivo, manejaba la batuta del partido con rapidez y espacios. La combinación perfecta no surgió y los espacios se creaban al tiempo que se cerraban, con la misma velocidad con la que el Barça hacía circular el esférico y el Madrid cerraba filas y presionaba la salida del balón. Un equipo blanco que condujo el tuteo con el Barça de un modo óptimo y claro, prometiendo próximas entregas de igualdad futbolística aunque no numérica. Los blancos, otra vez agresivos en los choques, apuraban el reglamento hasta el límite, fuertes en las entradas, severos en los cruces. Mientras varios de sus jugadores como Lass, Carvalho o Adebayor debieron haber abandonado el terreno de juego con anterioridad, la cúpula del Madrid y sus voces más representativas daban a entender un robo en el Camp Nou y en la eliminatoria. 

En este aspecto, he de decir que no estoy de acuerdo señor Mourinho. No estoy de acuerdo señor Casillas. No, señor Ronaldo. El Madrid ha podido verse perjudicado ante el Barça como los culés ante el Madrid. Mientras que a los blancos les expulsaron a un jugador como Pepe en una entrada excesiva, fuera de lugar y digna de un jugador de sus características (todos sabemos cómo actúa sobre el terreno de juego), mientras se quejaban del teatro culé o del mal-llamado 'gol anulado' a Higuaín en el Camp Nou, mientras se quejan de eso, el Barça, saboreando el dulzor de la final de la Champions, nada dice sobre el penalti de Marcelo a Pedro en la ida, de las varias expulsiones que debió haber recibido el Madrid en la eliminatoria o de la poca profesionalidad de sus jugadores tras caer eliminados en las semifinales de la Champions. No hay nada peor que no saber perder, que ser un mal perdedor.


Y así, entre quejas y lamentos, lágrimas dispares y excusas injustificadas, el fútbol galardonó al mejor, Andrés Iniesta, como el autor de otro detalle, de un lapso en el tiempo, de un hueco libre. La perfección del movimiento, el control de la velocidad y la precisión en el conjunto dejó solo a Pedro para que batiese a Casillas y dejase la eliminatoria más sentenciada, al Madrid más tocado. Aún así, los merengues reaccionaron pero el Barça pausó el esférico, mandó en el balón y consumió, poco a poco, un partido consumido desde hacía 90 minutos. La realidad superaba la ficción. La verdad mandaba sobre la falsa acusación. El Barça, con fútbol, sellaba el pase a la final de la Champions con un pase justo. Wembley espera. Veinte años después, no le defraudemos.

Imagen | El País
      

jueves, 28 de abril de 2011

Messi responde y el Barça gana


Pablo Orleans | El partido de ida de las semifinales de la Champions League entre el Real Madrid y el FC Barcelona prometía pasión, enfrentamiento, lucha, entrega, goles y fútbol. La antesala de la Copa había cambiado las tornas del favoritismo y era ahora el Madrid el que, a base de presión, confianza, goleadas y un título que no conseguía hace casi veinte años, llegaba al choque de las semifinales, al penúltimo cruce de la máxima competición europea, como el favorito a pasar a la gran final de Wembley. Por plantilla (más larga), por ausencias (menos notables), por planteamiento (menos arriesgado), por moral (más alta), por los medios (más confiados) y por afición (la de casa) el Real Madrid partía, en este primer asalto, como el equipo ganador y confiado con la vitola de campeón de Copa del Rey y goleador a domicilio del líder de los mortales en su casa, Mestalla.

La previa acongojaba al más optimista de los culés. La presión mediática hacía desconfiar a la afición azulgrana que, confiado en la inteligencia de Guardiola y en el talento de los jugadores, de este bloque incomparable, guardaba una de las escasas probabilidades de victoria en la esperanza a la que pocas opciones daban desde la central lechera madrileña. El cruce dialéctico entre entrenadores, ese pique previo en las salas de prensa, avivaba la rivalidad y el miedo entre hinchadas. Más respeto; más cautela. Y así, entre estudios cercanos, opiniones contrarias, discusiones recientes y una semifinal de la Champions de por medio, el balón comenzaba a rodar en lo que tenía que ser, por obligación, un espectáculo futbolístico sin parangón.

Mientras el Barça intentaba combinar en la medular con criterio y rapidez, el Madrid comenzaba los primeros minutos de partido con una leve presión que, lejos de recordar a la incansable persecución de la final de Su Magestad una semana antes, se agazapaba tras la divisoria sin incomodar en ningún momento la libre circulación culé en sus dominios. Un planteamiento conservador, el sacado por Mourinho, que no funcionó como esperaba y que actuaba con dureza en demasiadas ocasiones para cortar el juego medio del Barça cargando de tarjetas a un equipo amenazado por las sanciones y víctima del poder del Barça en los despachos de Europa y medio mundo.

Y así, supeditado a los millones del FC Barcelona, el bueno de Stark obedeció a órdenes superiores para expulsar sin motivo alguno a un Pepe inofensivo en su primera acción defensiva del encuentro, allá por el 62 de juego. Una zancadilla sin intención ni peligro alguno que muestra la inapelable intención de la UEFA por poner en el trono europeo a un Barça poderoso y que nunca ha ganado por méritos propios. Y así, con uno menos (ya podrán, con ayudas), el conjunto de Pep dominó más -si cabe- el juego sobre el Bernabéu y aprovechó la salvajada del defensa portugués sobre Alves para crear superioridad en todas la líneas, llegar con mayor claridad y acertar en dos ocasiones gracias a un Messi certero y una defensa blandita impune en algún otro puesto. Si no, pregúntenle a Marcelo.

Messi apareció y la filosofía del toque pudo con la espera y contragolpe. El dominio dejó claro -otra vez- que ser el dueño y señor del esférico los noventa minutos y mantener la posesión en porcentajes elevadísimos tiene sus frutos. Guardiola reaccionó ante la impotencia de la Copa y Mourinho mantuvo su ideal liguero alejándose del triunfo copero. Y así, Messi, el más listo de la clase, supo aprovechar sus oportunidades para dejar a su equipo, a este Barça sin complejos, un poco más cerca de Wembley, como hace diecinueve años.

Imágenes | Marca | As
     

miércoles, 13 de abril de 2011

Un más que digno Shakhtar para pasar el trámite

Pablo Orleans | Todos sabíamos que la vuelta en Donetsk, salvo catástrofe mayúscula, iba a ser un mero trámite para el Barça de Guardiola. Un partido de entrenamiento a cinco grados centígrados, lejos de casa y ante un equipo de Champions que llegó a una fase con poco futuro para su nivel. El 5-1 de la ida despejaba las incógnitas de los protagonistas de una de las semifinales de la máxima competición europea y en la diligencia de Ucrania sucedía lo esperado, lo lógico. Era la hora de probar jugadores, de dar algunos descansos —no muchos— y de sellar el pase ante el más que seguro gran rival de Madrid.

Pero las declaraciones de Pep tras la goleada en el Camp Nou hace apenas una semana no estaban infundadas en falsa modestia. El equipo debía conservar la competitividad, la seriedad de la Champions y la concentración para rematar la eliminatoria y no pasar apuros. Y es que, frente a los azulgrana —de verde en las gélidas tierras ucranias— estaba un Shakhtar que se plantó en su bello estadio dispuesto a morir matando, a vender cara su eliminación. Con el mismo espíritu del Camp Nou, sin ningún tipo de complejo y jugando con criterio el esférico estrellado de la Champions, los de Lucescu demostraron ser un excelente conjunto de filosofía inquebrantable.


La valentía naranja y el aliento de sus atrevidos aficionados volvieron a despistar constantemente a la zaga culé. Sin Puyol, el Barça sufre. Ni Busquets ni Milito suplen con todas las garantías la baja del capitán. El de Badía, acoplándose a su nueva y circunstancial posición, no termina de cuajar en la dupla con Piqué. Con él, mientras el Barça gana en la salida del balón, pierde en contundencia y velocidad en el repliegue. Con Milito, las carencias son latentes y el argentino no está en un buen momento. Las lesiones se cebaron con él en el mejor momento de su carrera y el central todavía está pagando las consecuencias.

El Shakhtar tomó la iniciativa. Los ucranianos, lejos de arrugarse y buscar el empate ante sus aficionados, se apropiaron del balón y buscaron constantemente el hueco libre en los dominios de un Valdés pletórico y en un estado de forma envidiable. Los locales, perfectos en la elaboración, pecaron de fallones en la finalización. Así, las internadas naranjas se sucedían y el Barça buscaba con titulares y sin éxito la habitual autoridad del esférico. Hasta que apareció Messi y el rumbo del encuentro dio un giro considerable. El 0-1, golpe cruel para los de Lucescu que veían, incrédulos, como el marcador se tornaba en su contra tras mucho trabajo realizado. Todo el esfuerzo, esfumado en un latigazo del mejor.

Y así, prácticamente con el trabajo hecho, se llegó al descanso y el descanso llevó el partido a una segunda mitad de más trámite —si cabe— en la que Guardiola dio descanso a Piqué, Xavi y Villa pensando en el Madrid. Los ucranios, inagotables, lo siguieron pretendiendo sin éxito pero con mucha fe. Y es que, hoy por hoy, y para derrotar a este Barça, hay que tener mucho más que fe para conseguir arrebatarle una victoria o la eliminatoria a unas semifinales de la Champions. El Madrid será el próximo rival. De momento, los culés ya llevan un intenso entrenamiento de ventaja.

ImagenAs
    

jueves, 7 de abril de 2011

La casi excelencia asegura el clásico

Pablo Orleans (para Más que fútbol) | Lo esperado se asegura. El Barça - Madrid de semifinales de la UEFA Champions League está, salvo catástrofe mayúscula, más que hecho. Los cuatro de diferencia, simétricos al trabajo del Madrid ante los ingleses, los ha repetido el Barça, eso sí, no sin riesgo, sufrimiento, ni esfuerzo. Es más, los ucranios del Shakhtar, bien plantados en la alfombra del Camp Nou, llevaron el peligro más de lo que hubiera o hubiese deseado un seguidor culé. Más de lo que hubiere imaginado. La táctica de Lucescu, como el agua. Con un inicio fulgurante en el que la agobiante presión visitante impedía el buen hacer de los de Guardiola, el conjunto ucraniano presionaba con ánimo de lucro y conseguía aumentar la presión sanguínea de la máxima competición europea a los corazones azulgrana.


El trío atacante de los tigres, formado por un activo errante Luiz Adriano en punta, bien escoltado por dos veloces figuras llamadas Douglas Costa y Álex Teixeira, comandaron bien un ataque en el que sólo falto precisión para pasar, controlar y rematar una faena inquietante. Pero apareció Andresito y apagó la llama de la ilusión. Desde aquel insignificante momento, en el que el marcador decantaba el choque en favor de los locales, la estrategia —minuciosamente preparada durante el duro trabajo semanal—, se desvanecía en segundos tras un desafortunado despeje que cogió el que menos debía y que apuntilló con perfecta finalización. De ahí en adelante, once jugadores por detrás del balón auguraban un asedio continuo con contragolpes varios y búsqueda del acierto arriba. No funcionó.

El Barça, fiel experto donde los haya, siguió a lo suyo. Toque, toque, toque y más toque. El balón corría de un lado para otro y el encuentro se asemejó por momentos a un partido de fútbol sala a lo grande. Los rápidos recorridos del balón y la precisión en los desplazamientos desubicaban al rival y mantenían un control total que cojeaba cuando el aburrimiento rozaba lo cómico. El exceso de posesión, repetitivo y monótono, desconcentraba incluso al Barça. El fútbol semihorizontal, envidiable y exquisito, tiene su momento excitante en el preciso momento del desmarque. El pase llega solo. Alves, Villa o Messi buscan el hueco. Xavi, Iniesta o Messi conjugan el pase. Todo rodado. El segundo, perfecta maniobra milimétrica con final feliz.

Tras el descanso, Piqué completó la estrategia de Pep poco antes de que el magnífico zurdazo de Keita apaciguase la alegría ucrania con el accidente de Rakitskiy tras fallo de marcaje de «el jefecito». Cuando todo estaba hecho, cuando la ventaja global era evidente y cuando la fiesta estaba completa en el Camp Nou, Alves inventó una última asistencia para intercambiar papeles con Xavi y abrir las palmas de los culés mostrando el gesto que un día hizo Piqué. El 5-1 final asegura el pase. Diferencia de cuatro goles para ir a Donestk tranquilos, sin Iniesta y con un Messi en blanco crispado, con hambre de gol.

Se han cumplido los pronósticos. El Barça - Madrid se jugará a finales de abril. Cuatro partidos en apenas tres semanas que decidirán el futuro próximo de merengues y culés. Los unos, a seguir manteniendo el nivel de los últimos años acompañando el juego con títulos. Los otros, a volver a esos años gloriosos en los que mandaban en el viejo continente. Y sólo un ganador. Uno para llevarse la gloria en España y Europa. Uno para disfrutar del presente y rentabilizar el futuro. Ya se han abierto las apuestas, ¿quién se llevará el gato al agua?

Imagen | El País
      

viernes, 1 de abril de 2011

Mou es un canalla


Pablo Orleans | Mourinho son dos. Para entender al portugués hay que diferenciar entre el José Mourinho persona y el José Mourinho entrenador. El primero, al que podríamos denominar José Mário dos Santos Mourinho Félix, es un tipo cercano, bondadoso, enrollado, chistoso, peculiar y, aunque parezca lo contrario, humilde. La visión que nos está dejando el portugués off the récord nos muestra a un tipo amable, simpático y divertido. Fuera de la tensión de un partido, alejado del examen futbolístico, distraído de los perturbadores campos de fútbol, José Mário dos Santos Mourinho Félix es un tipo normal y corriente, acostumbrado a sacar la basura por las noches y ayudar a sus hijos con los deberes.

Resto de la entrada en Más que fútbol
Imagen | La Nueva España
      

martes, 29 de marzo de 2011

Que vuelvan sanos

Pablo Orleans | Esta tarde, la selección española juega un complicado encuentro en tierras lejanas del ex territorio soviético bajo el frío nórdico que hará descender el mercurio por debajo de los cero grados. En un terreno de juego preocupante, en un estadio desangelado (la primera vez que lo vi pensaba que era de entrenamiento), bajo el comentado ambiente gélido y, como nota positiva, con varias decenas de seguidores españoles, estudiantes varios, que amenizarán la cita de Vilna. 


Lo que más preocupa al mundo futbolístico rojigualdo es el lamentable estado de un terreno de juego inconcebible pero admitido, muy por debajo de muchos campos de fútbol de regional en nuestro país. Con el tendido color de teatro romano, textura fútbol playa e indignación gadafista, la selección campeona de todo, la Roja, deberá afianzar virtualmente su clasificación a la Euro 2012 de Polonia con un hándicap inesperado. Por lo demás, los rivales son vulnerables y el frío remediable, por lo que ni el terreno de agricultura ni las bajas temperaturas pueden suponer una excusa barata para los de Del Bosque.

Mientras lleguen todos, sanos y salvos a sus respectivos clubes, me doy por satisfecho. La victoria debe venir acompañada de una enfermería vacía. Está claro que el terreno de juego es lamentable e inmerecido para un partido de tales características. Está claro que el riesgo de lesiones aumenta en pisos inestables. Por supuesto que habrá que extremar las precauciones y puede que cambiar el estilo de juego. Pero no me vale que Del Bosque cambie su esquema inicial en beneficio de nadie, por mucho que jueguen más piezas del Barça que del Madrid. Son profesionales y esto entra dentro de sus riesgos. Estoy seguro de que Del Bosque no se dejará llevar por las presiones de los grandes clubes españoles y optará por dar entrada a sus once mejores, a los que él tenía previsto antes de conocer el estado del campo de Kaunas. Espero que jueguen los mejores, ganen, sellen la clasificación y podamos celebrarla con un lustroso 'libre' en la puerta de la enfermería.

Imagen Rtve.es
      

miércoles, 23 de marzo de 2011

Lo que había que hacer: Alves para rato

Pablo Orleans | Dani Alves seguirá mandando en el lateral derecho del FC Barcelona como mínimo hasta 2015. Como él, los diez restantes de un once tipo memorístico (a excepción de un convaleciente Abidal que lo hará tarde o temprano) continuarán como estandartes de un fútbol diferente, vistoso y efectivo. Control, agresividad y precisión para años en el Camp Nou. El estilo de Cruyff y Rexach mantiene su vigencia y la mantendrá por unos años más. La continuidad de la columna vertebral del Barça con alrededor de 14 piezas fundamentales para mantener activo el juego y la competitividad supone una gran noticia para el barcelonismo.


Una de esas piezas, Dani Alves, garantiza concentración sin límites, resistencia sin fronteras, fuerza a raudales y amplio recorrido. Su renovación supone mantener en sus filas a uno de los mejores laterales del mundo. Calidad, distancias largas, presión, contundencia, velocidad, explosividad, continuidad e intensidad unidos en una misma persona, en un mismo jugador total para un fútbol preciso y fugaz, con un movimiento frenético no de jugadores sino de esférico.

Gran noticia para el barcelonismo. Alves estará hasta 2015. Este Barça vivirá unos cuantos años más. Ahora bien, ¿logrará hacerlo al mismo nivel? y, lo que es más importante: en caso de que Guardiola no renueve en 2012, ¿sabrán jugar del mismo modo? 

Imagen Elperiodico.com
       

miércoles, 16 de marzo de 2011

Vuelve pronto Abidal

Pablo Orleans | Llegó en 2007 como un refuerzo silencioso, con la vitola de peso pesado del mejor Olympique de Lyon de la historia pero con la humildad que, tras cuatro años de trabajo y dedicación, ha demostrado en el FC Barcelona. Hablamos de Eric Abidal. Con 31 años, 360 partidos oficiales con cuatro clubs diferentes y 55 internacionalidades, Éric Sylvain Bilal Abidal pronto se hizo cargo del lateral zurdo del Barça haciendo olvidar la magnífica labor de Giovanni van Bronckhorst en dicha posición y, con el 22 en la espalda, ganarse a la afición culé a base de buen fútbol, sacrificio y seriedad.


Respetuoso, activo, perseverante, efectivo, disciplinado y querido, Abi comenzó a contactar con el centro de la zaga con la llegada de Pep al banquillo culé, obligado tras las sanciones/lesiones de los centrales titulares, la interminable recuperación física de Milito y la incierta recuperación moral de Dmytro Chygrynskiy. Así, por pura casualidad, por inercia o por un capricho del destino, el francés -eterno lateral zurdo- tomaba contacto con una posición en la que hizo grandes actuaciones. A pesar de ello, el carril izquierdo era suyo, no tenía otro dueño. 

Así, desde el trabajo y la sencillez, Abidal ha ido madurando y convirtiéndose en un fijo en la zaga y en las alineaciones de Guardiola. Su actitud, impecable; su rendimiento, ascendente; su efectividad defensiva, inconmensurable. En su experta parcela lateral o en el centro de la zaga. Cada vez que ha jugado, el keniata, ha rendido al máximo, llegando a anotar su primer gol como culé ante el Athletic hace poco más de dos meses (segundo de su carrera) e inventar la 'Abidalinha', un despeje diferente, peculiar y arriesgado, como lo es él. 

Ayer saltó a la palestra una nefasta noticia. Abidal tiene un tumor en el hígado y tendrá que ser intervenido quirúrjicamente mañana. Una noticia que, según Xavi, "se ha tomado con mucha normalidad". Probablemente sea el partido más difícil de su vida. Probablemente tenga que permanecer apartado de los terrenos de juego por un tiempo. Pero estoy seguro de que en poco tiempo, la banda izquierda del Camp Nou y de este Barça volverá a recuperar a su dueño. Ese francés tímido, disciplinado y querido que ha conseguido el cariño de toda una afición. De todo un deporte. Ánimo Abi, vuelve pronto.

Imagen | Público
  

martes, 15 de marzo de 2011

Se vaticinan cambios en el Barça B

Miguel Salazar | A comienzos de temporada se dudó acerca de la amplitud de la plantilla del FC Barcelona, puesto que tan sólo 19 jugadores fueron inscritos en la LFP como integrantes del primer equipo. En seguida, el alarmismo amaneció en algunos medios. “¿Qué ocurrirá si alguien se lesiona de gravedad?” o “¿aguantarán toda la temporada estos jugadores?”, eran preguntas frecuentes acompañadas de una reflexión: “El Barça tiene una plantilla corta”. Incluso avanzada la Liga se seguían repitiendo las cuestiones, que dieron para mucho. El fichaje de Afellay fue para muchos la confirmación de las sospechas. Pero para nada era así.


Lo explicó Zubizarreta, director deportivo, en una rueda de prensa. “La plantilla del Barça tiene trampa”, afirmó, para matizar después que la razón de inscribir sólo 19 jugadores era porque se contaba con un buen manojo de jugadores en el equipo filial que podían cubrir con garantías las posibles bajas. El tiempo le ha dado la razón al Barça que ha demostrado que jugadores como Thiago, Montoya, Fontás o Jonathan dos Santos perfectamente podrían ser el futuro de la entidad. Ellos, y la gran mayoría de futbolistas que forman la plantilla dirigida por Luis Enrique, serían habituales en los onces de gran parte de los conjuntos que disputan la Primera División. No hay más que ver la media de edad del Barcelona B -20,4 años- y el puesto que ocupa el club en la Liga Adelante, cuarto. Siendo, además, el máximo realizador del torneo con 56 goles. Algo poco frecuente para un equipo filial.

Sin embargo, su propio éxito puede ser su destrucción. Durante el mercado de invierno varios equipos de Primera quisieron reforzarse con jugadores del filial blaugrana. Incluso equipos como el Benfica han mostrado interés por algún futbolista del equipo B. Los lusos, concretamente, en Nolito. Pero los futbolistas no son los únicos que brillan esta temporada en el Miniestadi. Su entrenador, Luis Enrique, ha conseguido consolidar a los suyos como uno de los mejores equipos del campeonato de plata y no ha pasado inadvertido. Esta mañana la Web azulgrana informaba que al término del actual curso el asturiano abandonaría la entidad. La no renovación del ex jugador solo puede entenderse por un motivo: tiene ofertas de clubes de Primera. Si es del Sporting o no lo sabremos en el mercado estival.

Primera baja importante en el Barcelona B y amenaza con no ser la única. Es seguro que algunos de los futbolistas tendrán, la siguiente temporada, la oportunidad de formar parte de alguna de las plantillas de la Liga BBVA, inclusive la del Barcelona, o de equipos europeos. Es verdad que Guardiola, entrenador de oportunidades y con una confianza ciega en el filial, hará que muchos de ellos decidan seguir en Can Barça, pero no creo que pueda retenerlos a todos. “Ha terminado mi ciclo”, ha explicado hoy Luis Enrique, ¿lo será también de este Barça B? El tiempo lo dirá, pero tampoco creo que este equipo, con jugadores juveniles que ya están llamando a su puerta, pueda destruirse de un año para otro. Como tampoco creo que el entrenador sea clave. En el Barça prima el estilo, que nadie se olvide, y eso sí que es algo imposible de destruir.


Imagen | As

lunes, 14 de marzo de 2011

Fútbol y patadas a partes iguales

Pablo Orleans | Se reunían dos equipos ambiciosos, de esos que buscan en todo momento la victoria y no cesan en sus intentos ofensivos. Unos, dirigidos por sus cerebros y acompañados por su extrema calidad; los otros, alentados por su afición y esperando encontrar, en su rapidez en bandas, el arma de perfecta estocada. En las pequeñas áreas técnicas de línea discontinua, dos estrategas, dos entrenadores con caminos distintos. Pep "el joven", llegó, vio y venció. Un técnico sin apenas experiencia, que ya apuntaba maneras cuando portaba el cuatro a la espalda en Can Barça y participaba activamente en las charlas del equipo portando el brazalete de capitán. En una temporada lo alcanzó todo. Por otro lado, Gregorio "el experimentado", jienense con carrera dilatada (entrenando desde 1983) y una década de consolidación en la élite que le ha colocado como un imprescindible en los banquillos de Primera. Entre ambos, mediando en el choque y nombrado por el desafortunado papel de protagonista que adquirió, Mikel "el ciego" Pérez Lasa. Un consolidado colegiado que, con un criterio especial, desquició a propios y extraños mostrando una actuación típica pero diferente, pues con él, todos salieron perjudicados.


El fútbol de toque lo puso, como casi siempre, el Barça. Con Xavi e Iniesta en la medular, el conjunto de Guardiola tomó las riendas de un partido loco, alterado por un bravo Sevilla que saltó al terreno de juego animado por el aliento de un Sánchez Pizjuán pletórico, lleno de emoción y esperando una de las sorpresas de la jornada. Frente al imperativo raso de control culé, la velocidad por banda la ponían los de El Profesor. Capel y Navas escoltaban por banda a un almohadillado Negredo, haciendo un triplete veloz aunque inconexo con las zonas medias del equipo hasta la entrada de Kanouté en la segunda mitad. Aún así, a pesar del conflicto entre velocidad y control, la nota discordante de lo que empezaba a ser un clásico habitual de la Liga, venía con nombre y apellidos: Miguel Ángel Pérez Lasa. El extraño individuo, suministrador de material de construcción entre semana en tiempos de crisis inmobiliaria, apareció con una actuación sublime, digna del mejor reparto cinematográfico de la que él mismo es experto y revolucionó un partido ya alterado de inicio.

Entre sus innumerables errores, un gol anulado a Messi, un penalty obviado a Zokora de Alves, la expulsión de Abidal, las expulsiones de un frustrado Fernando Navarro o un exacerbado Martín Cáceres (curiosamente dos ex barcelonistas -quién sabe si envidiosos por no poder formar parte de la plantilla de Pep-), el penalty de Navas a Bojan (se vuelve a cumplir la nefasta defensa de un delantero...) y un sinfín de errores menores que acabaron por desquiciar, enfrentar y endurecer un choque calentito de por sí que acabó con un lesionado y varios magullados. 

Sobre el partido, una de las jugadas gemelas del Barça acabó con Bojan y el esférico tocando las mallas del cuadro de Javi Varas. El empate llegó en la segunda mitad, cuando la paciencia de Negredo la aprovechó Navas para adelantarse de cabeza a Piqué y obligar a Abidal a una impotente estirada. Así, el juego duro del Sevilla fue una constante en un encuentro marcado por una frenética lucha cuerpo a cuerpo en la que ambos conjuntos acabaron exhaustos y con un total de siete escasas tarjetas, sobre todo los hispalenses que, con cinco en su haber, salieron impunes de algunas jugadas delincuentes. Pues bien, el empate a uno final acerca a culés y merengues que, a cinco puntos de diferencia, disputarán las últimas diez jornadas de la Liga BBVA de una forma más competida, ¿o no?

      

miércoles, 9 de marzo de 2011

La expulsión de Van Persie

Pablo Orleans | Las clasificaciones de Champions siempre son controvertidas. Los errores arbitrales, siempre presentes en los comentarios del derrotado, no dejan de existir con el paso de los años y el aprendizaje del buen perdedor. Las excusas varían en cada caso, pero el trencilla suele ser el único protagonista de los lamentos de los que abandonan el torneo. En este caso, en el caso de ayer entre Barça y Arsenal, los londinenses no cambiaron el esquema ante los medios y justificaron su lamentable actuación con la intervención de Massimo Busacca en su contra. La expulsión de Robin Van Persie, el hombre de hielo, fundido por la impotencia de los suyos, servirá como la perfecta coartada ante la afición gunner para un equipo incapaz en la primera fase complicada de la Champions.


La rigurosa expulsión del tulipán es evidente. A pesar de que la consulta del reglamento no deja opción a dudas y la acción es merecedora de tarjeta amarilla, el colegiado debería saber leer un poco mejor las acciones. Aún así, considero que la expulsión es injustificable, legal y -para nada- favoritista para/con el conjunto de Pep Guardiola. Es más, me parece una falta de respeto al buen fútbol desplegado anoche en el Camp Nou que un entrenador -ex respetado desde hoy- muestre tal falta de coherencia y saber perder con dignidad. Las declaraciones de Wenger dejan al descubierto una más de las muchas carencias del equipo londinense. Pretender clasificarse para los cuartos de final de una UEFA Champions League, disparando cero veces a puerta en la vuelta es, según mi modo de entender este deporte, no sólo una falta de respeto al juego del Barça -porque al fin y al cabo es pura estrategia-, sino una tremenda falta de consideración y cortesía para una competición que no merece equipos de tal categoría si quiere pretender seguir siendo el mejor torneo del mundo.

Las declaraciones de Arsène me motivan. Y me motivan del mismo modo que creo motivan a todo el barcelonismo. Soltar tal cantidad de burradas inconexas, incoherentes y con tal mosqueo, rebote y/o disgusto, hace que lo que de verdad se muestre al mundo es la propia incapacidad y desquiciamiento de un técnico que no sabe cómo doblegar al conjunto culé. El enésimo fracaso de Wenger está causando mella en su salud, en sus palabras y en su capacidad de raciocinio. La derrota, poco a poco, lo está consumiendo y el francés descarga su ira contra todo aquello que le sirva para mantenerse en ese enquistado puesto algún tiempo más.

Ayer ganó el fútbol, con o sin árbitro. Un equipo que se vanagloria de tener un estilo fluido y dominante en las islas debe ser consecuente a la hora de medirse y caer ante un superior que le planta cara lejos de sus dominios en el trato del balón y en la posesión del esférico. Anoche, el Arsenal mostró su cara más amable en el terreno de juego. Como un gato agazapado, como un guepardo entre la maleza, el Arsenal optó por un estilo de juego desconocido con el que no supo lidiar. Como ese guepardo cazando en la oscuridad, el Arsenal fracasó en su intento de sorpresa y se quedó lamiendo su pelaje y echándole fantasía a sus excusas. No quedan excusas. Wenger volvió a frustrarse ante el Barça. El fútbol volvió a pasar, mientras que las lamentaciones habrá que dejarlas para los mal-perdedores.

Imágenes Taringa.net
  

Marcar cuatro goles, recibir un único disparo y sufrir hasta el último minuto



Pablo Orleans | A la tercera va la vencida. Eso debían pensar Wenger y sus secuaces tras el favorable resultado de la ida y el balance contrario de los últimos años. Ni en 2006, en la finalísima de París; ni en 2010, en una eliminatoria con vuelta catastrófica para los gunner. Un año después, el destino volvía a cruzar a Cesc con su equipo. Un año más tarde, el políglota francés tenía en bandeja una revancha encarrilada. Nada. El Arsenal, equipo joven, con calidad y velocidad, saltaba al Camp Nou asombrado ante tanto bullicio. Sus caras lo decían. El Arsenal, un proyecto que —como bien comentó Andrés Pérez y adelantó Víctor Úcar— es una idea romántica de Wenger, se agazapó atrás y aguantó con un fútbol atípico al que no está demasiado acostumbrado. La defensa como base de su juego. El contragolpe como una buena oportunidad.

Resto de la entrada en Más que fútbol
Imagen | El País
     

lunes, 7 de marzo de 2011

El partido más importante del año

Pablo Orleans | Comenzamos la época de los tie breaks. Los nervios afloran y las plantillas aguardan entre bambalinas un soplo de aire fresco que aparte el sudor, aligere las piernas y refresque los pulmones. Noventa minutos, quién sabe si 120. Puede que todo se resuelva en los once metros. Quizá no cueste tanto, o cueste mucho más de lo esperado. La mente, apartada de amores y desamores, de posibles lesiones, de bajas rivales. Los dolores rebajan su intensidad al tiempo que crece la adrenalina y las pizarras se llenan de movimientos, de correcciones y jugadas ensayadas. El fútbol se torna cardíaco, los marcapasos retumban en los pechos y los cigarrillos apuran sus últimas caladas consumiéndose en media vida por un acercamiento al área. 

Van Persie, inicialmente descartado, entra en la convocatoria. (Foto | Marca)

La previa cuenta. Mientras unos no pasan del 1-0 en casa ante un clásico del balompié español -resultado que vale una clasificación-, los otros no saben ganar en su feudo al Sunderland (0-0). Sin Fábregas, Walcott y Van Persie, el Arsenal no es tanto Arsenal. Pierde velocidad, desmarques, goles, centros y pases. Pierde calidad y la composición de jugadas de principio a fin. Si no esta Cesc, no hay pase. Si no están ni Walcott ni Van Persie, los desmarques son más inocentes. Aún sabiendo que el catalán estará en el Camp Nou, la segunda mitad del mayor peligro gunner se disuelve, se disipa en un universo acotado por un gran pasador sin el mejor de los receptores. El Cola Cao queda esparcido, en el tazón de leche, sin lograr teñir el blanco elemento. La misión fallida. La batalla la gana el calostro. 

Aún así, la confianza debe ser mínima. Sin dos piezas clave en el ataque inglés, los de Wenger vienen con ventaja, con confianza y sin complejos. El pasado año les mojamos la oreja. Pero Arsène es perro viejo, dueño del tiempo y experto en fútbol. Por su parte, Guardiola resiste la lumbalgia con anestésicos futbolísticos. El pelo se le ha caído, el desgaste es evidente. Pero Pep es un tío de fútbol. Pep sabe que el de mañana, es el partido más importante del año.

NOTICIA DE ÚLTIMA HORA | Van Persie sí que va convocado. Wenger juega al despiste y mete al holandés en la lista para viajar a Barcelona. Cada vez me fío menos.
       
Imágenes | Marca
      

jueves, 3 de marzo de 2011

¡¡La Liga está ganada!! ¡¡Y una mierda!!

Pablo Orleans | Cada día me sorprendo más. La victoria del Barça anoche en Mestalla, positiva donde las haya (como todas las victorias) deja, a estas horas, a diez puntos al Real Madrid de Mourinho. Diez puntos simbólicos que para nada reflejan la realidad actual del fútbol español. Muchos pensaréis que el conjunto de un lumbalgista (artista que sufre de lumbago), está a años luz del conjunto coordinado por un llorica (entrenador de un equipazo que se queja por todo). No creo que sea así. A falta de 12 jornadas para el término de la Liga, que equivalen a 36 puntos, algo que significa que todo puede pasar de aquí al 22 de mayo, los siete puntos de diferencia entre Barça y Madrid (sí, doy por hecho que los merengues ganan esta noche al Málaga), la diferencia es paupérrima aún con otra derrota madridista en esta noche. 


Así, me sorprende que, expertos como somos y testigos de las recuperaciones milagrosas madridistas, de los espíritus Juanitos, de la casta madrileña y de los goles in extremis en momentos paralelos a la alineación de estrellas, me sorprende que, tanto la prensa de la capital como la de la ciudad Condal den por hecho que este trecho que separa a ambos lo vean como un abismo insalvable para un conjunto que, de juego no, de posesión tampoco, de tiki-taka poco, pero de casta, de remontadas y de luchar contra viento y marea tienen un máster. Así, no vendamos la moto antes de comprarla porque podemos encontrarnos con un pinchazo imprevisto, una caída repentina y un adelantamiento doloroso, en la última curva a escasos metros de la meta. 

Bien se vale que Guardiola es un buen entrenador. Bien se vale que es desconfiado. Bien se vale que... ¡La Liga está ganada! ¡Y una mierda! 
    
Imagen | SPORT
      

miércoles, 2 de marzo de 2011

Un segundo de alegría: La chilena de Rivaldo

Pablo Orleans | 17 de junio de 2001. Trigesimo octava jornada de Liga. Estadio Camp Nou ante más de 90.000 espectadores. El Barça, quinto clasificado en Primera División recibe al Valencia CF con la necesidad de conseguir los tres puntos para entrar en la UEFA Champions League de la próxima temporada. Los 'chés', cuartos y tres puntos arriba, llegan con la vitola de subcampeones de Europa ante el Bayern de Münich y con una plantilla muy bien compensada con jugadores de entidad. Cañizares bajo palos, Roberto Fabián Ayala como gran jefe en la zaga y bien custodiado por Pellegrino, Angloma, Djukic o un incombustible Carboni en el lateral zurdo, con Rubén Baraja, David Albelda, Kily González, Deschamps, Aimar o un joven de gran proyección y frágiles huesos llamado Vicente en la media, y con Sánchez y Carew en la punta, bien comandados por Héctor Cúper en el banco y un magnífico Gaizka Mendieta en el terreno de juego. La bestia negra del Barça llegaba en un momento jodido para los de la Ciudad Condal. El mejor Valencia de todos los tiempos llegaba para jugar uno de los partidos más importantes de la temporada. Para conseguir la victoria, el Barça más holandés con Dutruel bajo palos, Frank de Boer, Sergi, un joven Puyol con el 24 a la espalda, Cocu, Guardiola, Simao, Rivaldo, Overmars o Patrick Kluivert buscaba la victoria para entrar en el cielo del balompié, esa Champions League soñada que se escapaba después de haber bailado con ella los primeros en el 92.


Allí estaba yo. No entre los más de 90.000 espectadores del Camp Nou, no. Yo, con 14 años, culé incondicional, a casi 300 kilómetros de distancia del estadio, pero con el mismo nerviosismo que cualquiera de aquellos que acudieron al feudo culé aquella noche. Puede que fuese a las 21:00 horas de ese domingo de principios de verano. Puede que estuviese viendo aquel partido del canal de pago en un bar cualquiera de un pueblo cualquiera. Puede que, con bufanda azulgrana al cuello, ese adolescente sembrado de acné soñase con una victoria placentera que llevase a la Champions al Barça de su vida, a ese equipo comandado por Resach desde el banquillo y un forofo Joan Gaspart desde el palco.

Comenzaba la noche. Con las uñas comidas, los culés intentábamos canalizar ese nerviosismo con cerveza o, en su defecto, Coca-Cola. Era una noche de sufrir, se notaba en el ambiente. Aún cuando Rivaldo ponía a los azulgrana por delante en el tercer minuto de juego (y con el Atlético ganando por la mínima en el Alfonso Pérez) al rubricar un excelente gol de libre directo tras pegar en el palo izquierdo de la portería de 'Cañete', la desconfianza era latente. Hasta el presidente blaugrana mostraba un gesto torcido con el primero de la noche. Y es que, poco después, en la salida de un córner, Baraja empataba el partido de cabeza y el partido volvía a empezar. Pero fue, de nuevo Rivaldo al filo del descanso quien, con un disparo potente desde 30 metros, ponía una vez más al Barça por delante en el marcador. Volvía la esperanza en mi pequeña banqueta de madera de aquel bar mientras terminaba con ansiosa rapidez la bebida refrescante con rodaja de limón.
Se llegó al descanso con 2-1 y aproveché, todavía me acuerdo, para ir al baño a mear.


Tras el descanso, descargado de liquido en la vejiga y con una refrescante Coca-Cola llena en la mesa, me senté de nuevo frente a la tele para contemplar -lo que esperaba fueran- cuarenta y cinco minutos de relax, tranquilidad y espectáculo. Pero el relax y la tranquilidad se esfumaron cuando Baraja remataba, de nuevo -empeñado en aguar la fiesta del Barça en aquella noche-, y volvía a poner las tablas en el luminoso. El silencio reinaba en las gradas de un Camp Nou más gélido que nunca en una apacible noche de verano. La inquietud aumentaba conforme pasaban los minutos y la tensión reinaba en el barcelonismo. Los títulos escaseaban por aquel entonces y quedar apeados de la máxima competición europea era un fracaso absoluto. 

Pero entonces, cuando el marcador señalaba el minuto 43:26 y el balón lo manejaba el Barça en la medular, Petit la tocaba para un Frank de Boer adelantado de su posición de zaguero. El holandés, con un sutil toque, ponía el balón perfecto en el pecho de Rivaldo que lo acomodaba en el mismo borde del área grande. Mientras la caja tonta mostraba la victoria del Mallorca en Son Moix por 4-2 ante el Oviedo, el tiempo se paraba y la respiración se cortaba en las cajas torácicas de los barcelonistas. Un segundo emocionante en el que el brasileño, la magia zurda del Barça, elevaba al cielo con un magnífico movimiento el esférico mientras todos empujábamos desde nuestra ubicación para que ese balón de chilena entrase. Perfecta vertical, tacos a las estrellas y cuero contra cuero, cordones contra hexágonos, magia ante gol. El viento sopló a favor. El futuro dio un giro inesperado y la estirada de Cañizares fue en vano. El tercer gol de Rivaldo, el de más bella factura, enloqueció al Camp Nou. La tensión acumulada salió en forma de gritos, de brazos al viento, de sonrisa duradera. Alguna lágrima asomaba entre la afición. Yo estaba feliz. 


El balón, finalmente, entró. El Barça se metió en Champions gracias a uno de los mejores goles del club y uno que se recuerda con mucho cariño. Ese gol in extremis de Rivaldo, esa perfecta chilena preparada, vertical y cargada de significado metía al Barça en Champions. Algo que tenía que ser obligado para un club de tales características se jugaba a una manga, en un único partido ante un duro rival, probablemente el peor tras el Madrid de la época. Se ganó. Ese gol significó una de las pocas alegrías que dio el Barça en cinco o seis años en blanco, lleno de despropósitos y componentes desdichados. Mañana llega el Valencia, una década después y en condiciones diferentes. Ahora son ellos los que nos miran hacia arriba. Pero el duelo  sigue siendo emocionante. Rivaldo hizo magia y poseyó a Gaspart de por vida. Un gol que cambio el rumbo del Barça, el rumbo de muchas vidas. Un oasis de alegría en seis temporadas olvidables excepto por un segundo, el segundo en que el genio brasileño decidió hacer una chilena. Gracias Rivaldo.

     

lunes, 28 de febrero de 2011

Campaña insular

Pablo Orleans | Centuria con los flancos tocados, sin su particular cerebro en el campo de batalla, con las defensas bajas pero con la misma sed de sangre, con la misma ambición de conquista, con ganas de venganza y con un ataque destructivo que desmembra rivales y elimina peligros. Comandados por un estratega experto y curtido en mil duelos a muerte en el fragor de la batalla, el General Guardiola estudia a cada contrincante sabiendo a la perfección los puntos débiles del otro y las virtudes de los suyos.


Las dudas se agolpaban en la Ciudad Condal mientras el Comandante elegante -de traje y barba de tres días- preparaba la contienda. El viaje por el tranquilo mar mediterráneo auguraba una placentera campaña insular con el apoyo de Poseidón en los mares. Así fue. La pequeña y hábil perla de tierras lejanas, donde el frío de las montañas, el calor de las playas y la humedad de las selvas se funden en un paraje salvaje de poderosos guerreros, comenzaba la ofensiva con un golpe de cabeza que abría una profunda herida en la retaguardia rival. Los del filósofo golpeaban primero y acabarían doblegando a los del Teniente Laudrup, proveniente de frías tierras del norte donde dejó tras de sí un reguero de triunfos y habilidades que todavía hoy se recuerdan.

El segundo golpe lo dio un integrante de una tribu de Astures. Fiel defensor del escudo y completo en el cuerpo a cuerpo, lo demostró después con un resultado óptimo que dejó tocado al más defensivo de sus rivales, dejando la conquista sentenciada.


Pero los guerreros de vestimenta azul y granate, inagotables, incombustibles y fieles a su formación en la contienda, dieron el golpe de gracia poco después con la intervención del tercero en discordia. Bautizado como Pedro, este luchador encontrado en la tierra de los guanches terminó, con un rápido movimiento, con la vida de los talayóticos que comenzaron con mucha garra pero se fueron consumiendo con el paso de la batalla.

Y así se volvió de la campaña insular. Los favorables vientos de los dioses ayudaron a una contundente victoria sin los pesos pesados de la centuria, sin la seguridad defensiva habitual, sin la velocidad en los flancos, sin la pausa y el tempo en la contienda pero con la misma incisiva ofensiva que mantiene la deferencia en la conquista por el Mulhacén (el techo de Hispania) entre las ciudades de Barcino y Magerit. De momento, los tarraconensis llevan siete kilómetros de distancia en la lucha por llegar a la cima.
    
Imágenes | AS
          

miércoles, 23 de febrero de 2011

Otro año con Pep

Pablo Orleans | La renovación más esperada por el barcelonismo ya es realidad. A pesar de que la noticia ya se conocía desde hace días, hoy se ha reflejado en un contrato y con una rúbrica que refleja títulos, que muestra la fidelidad a un equipo y a unos colores de cuna, que significa la continuidad de un ciclo exitoso, repleto de alegrías en una época espléndida del barcelonismo y que muestra la verdadera filosofía y amor a un club del mejor ejemplo culé en la actualidad.

La herencia de Cruyff sigue vigente. El estilo de juego está a salvo, por lo menos, una temporada más. Los títulos, más cerca y la esperanza, de nuevo intacta. Pep se queda y eso, para los seguidores azulgrana, es una gran noticia. 

Guardiola sigue al mando otra temporada. Foto | As
En primer lugar, la estampa en el contrato de renovación supone seguir siendo fieles a un estilo gestado hace más de veinte años y que está obteniendo sus frutos en la actualidad con una primera plantilla inimaginable a principios de siglo y con unos filiales estupendos que están haciendo una gran labor en la división de plata. De la mano de Guardiola y Luis Enrique, la continuidad de este gran proyecto está en buenas manos. La filosofía de Johann y Carles sigue vigente hoy, veinte años más tarde.

En segundo lugar, la firma de este contrato es el fiel reflejo del amor que siente Guardiola a este club y a estos colores. El que fue gran capitán durante años, el dueño de la medular y del compás azulgrana en los noventa y el cerebro y la coherencia mezcladas en el '4' tanto dentro como fuera del campo, muestran la debilidad de una persona que, por no perjudicar a su equipo del alma, prefiere firmar (o no) poco a poco y con el aval (o no) de los resultados conseguidos. 

Y por último, y no menos importante, la continuidad del banquillo local del Camp Nou supone la estabilidad necesaria y el tiempo preciso para hacer un buen trabajo, una buena labor en todos los aspectos. La estabilidad conseguida y la espina dorsal deportiva reforzada traerán consigo los títulos, la alegría a la afición. La filosofía, el amor a la casaca azulgrana y la estabilidad prometen felicidad a raudales en la Ciudad Condal y un millón de esperanzas para la próxima temporada. Eso sí, el siguiente año, por estas fechas, el barcelonismo volverá a estar inquieto, desconfiado. Dentro de un año estaremos atentos a la misma cuestión: ¿Renovará Guardiola? De momento, disfrutemos un año más de Pep, de fútbol y, probablemente, de títulos.

Imagen | As
     

lunes, 21 de febrero de 2011

¿Error o manipulación?

Pablo Orleans | El diario As, en su edición impresa, lanzó la siguiente imagen retocada en la que es muy clara la acción del Photoshop que borra de un plumazo al jugador del Athletic de Bilbao y deja, entonces sí, al lateral derecho del Barça, Daniel Alves, en claro fuera de juego en la jugada del primer tanto culé. Es por ello que en la edición digital, el medio ha publicado una fe de erratas sobre la infografía pidiendo disculpas. ¿Error o manipulación del medio madrileño?

¿Pueden ver, en la imagen superior, cómo falta un defensor?
Imagen | As
          

El genio sale al rescate

Pablo Orleans | Necesitaba este Barça una victoria contundente para enterrar los fantasmas de febrero ante uno de los equipos con más garra del panorama español. Necesitaba volver a construir su juego, basado en el toque preciso y la verticalidad inesperada. Necesitaba la contundencia defensiva, el control en la medular, la explosividad en las bandas y el incisivo hambre goleador. Lo recuperó todo aunque el marcador no reflejase tal notable mejoría.


Los primeros minutos azulgrana se mostraron como el espejismo perfecto de lo que no iba a ser el partido. Alves recibió el perfecto balón de Xavi en posición dudosa y lo cedió atrás para que Villa rematase sin problemas y enviase el balón al fondo de las mallas. Los de Guardiola, por delante, no sabían que tendrían que pedalear más de lo esperado para que los tres puntos se quedasen en la Ciudad Condal. 

Mientras tanto, en la portería contraria, Pinto hacía las veces de un Valdés lesionado y reaccionaba ante las acometidas de los vascos. La defensa, más concentrada que en los últimos partidos, luchaba cuerpo a cuerpo con el gigante Llorente y el valiente Toquero. El descanso dio un respiro a ambos conjuntos y, en un acto de venganza tras un error defensivo de Abidal que obligó a tirarse al suelo a Busquets, Llorente recibió penalty del 16 culé e Iraola se encargaba de transformar la pena máxima a los cinco minutos de la reanudación. 

Messi: protagonista de la jugada de la noche. Foto | As

A partir de entonces, un Barça necesitado busco el gol incesantemente. Messi, en un tira y afloja con todos los jugadores de esta liga que pretenden hacerle sombra, volvió a aparecer con un slalom digno del más habilidoso jugador (véase Di María) y rubricó una jugada excelente que terminó con el argentino besando la alfombra del Camp Nou y el colegiado Ramirez Domínguez mirando para otro lado. Pero el Barça, fiel a su estilo y ambición, siguió por el camino deportivo y mantuvo encerrado en su área a un Athletic cada vez más gato que sólo defendía y lanzaba alguna contra sin convicción. 

Alves, inconmensurable en sus labores -el brasileño las acapara todas-, seguía subiendo la banda derecha suponiendo una constante amenaza para los de Caparrós. El 2 culé, ejemplo de un todoterreno deportivo de 250 CV y motor DIESEL -porque no consume nada-, es una pieza fundamental en el dibujo de Pep y un elemento clave en el ataque barcelonista. De su mano vino el tercero de la noche, obra de Messi. La enésima internada por la banda la puso al primer palo peinando el césped y el argentino se encargó de llenar de júbilo las gradas del Nou Camp. La jugada del primer gol se volvía a repetir. Xavi, Alves y, en este caso Messi, triangulaban una jugada mortal que acabó, de nuevo, sacando Iraizoz del fondo de las mallas.

La victoria, necesaria para estar de nuevo con la mentalidad en una dinámica positiva, fue sufrida pero merecida. Los roles se cumplieron a la perfección y la estrategia de siempre acabó imponiéndose en el marcador. El fútbol volvió a la casa del campeón y ha vuelto para quedarse, para ver una remontada en Champions y seguir liderando la mejor liga del mundo.

Imagen | As
            

viernes, 18 de febrero de 2011

La verdadera causa del empate en Gijón

Pablo Orleans | Si de algo saben en eljueves es de humor. Si alguien sabe con certeza cuáles son las causas principales del tropiezo del Barça en Liga ante el Gijón (y su consecuencia, que la tiene, en Londres), no es el entrenador Pep Guardiola. Tampoco la prensa deportiva catalana ni los propios jugadores. Si, de verdad, alguien sabe las causas del resbalón de El Molinón, esos son los compañeros de esta magnífica revista y portal de internet.  


     

jueves, 17 de febrero de 2011

No marcaste, no ganamos

Pablo Orleans | Nunca antes lo había hecho. Nunca antes había perforado la red de un buque inglés y nunca antes había podido celebrar un disparo certero en alguna de las verdes alfombras de los fuertes donde todo empezó. La cuna del fútbol no daba opción al actual profeta del balompié y miraba recelosa y de reojo al pequeño polizón de Argentina. Leo Messi tenía un objetivo entre ceja y ceja. La pulga, hambrienta de gol, llegaba a la antigua capital europea a orillas del Támesis con apetito. Su mirada reflejaba la concentración y sus piernas se empezaban a sentir fuertes. Leo sabía que podía ser el día, que podía ser la noche en la que todo cambiaba. El bate-récords sabía que, tarde o temprano lo acabaría haciendo, y que esa noche era la propicia para llevar su deseo a cabo y hacerlo realidad.

Messi, con la pólvora mojada, volvió a quedarse sin gol en Inglaterra. Foto | El País

Pero la suerte iba a jugar en contra suya. Su nerviosismo ante tal oportunidad y el precipitado movimiento de un brazo con banderín demasiado suelto, iban a ponerse en su camino y le iban a impedir hacerle sonreír. La tuvo él primero. En un mano a mano con Szczesny, el tercer portero gunner, el argentino tuvo una de las más claras ocasiones del Barça en el encuentro. Frente al joven polaco -el de Varsovia no tiene ni 20 años todavía- Leo amagó, lo tumbó y, una vez en el suelo, la semi vaselina se fue alejando del marco londinense para perderse a escasos centímetros del poste. A partir de ahí, poco hizo el astro argentino que sí fue el protagonista del pase en el gol de Villa.

Pero Messi, fiel a su forma de entender el fútbol y a su ambición dentro del terreno de juego, no bajo los brazos y lo siguió intentando en cada una de ellas, sin darse ni un minuto de relajación en cada jugada. Y la volvió a tener. Minutos después del gol, en una gran combinación azulgrana, el esférico lo recibía Pedro que, después de que su disparo diese en el cuerpo del portero del Arsenal, llegó a Messi que remataba de cabeza traspasando la línea de cal. Una acción que, además de haber supuesto el segundo tanto del Barça de la noche encarrilando perfectamente una eliminatoria en campo ajeno, habría supuesto el merecido premio para Lionel. Con ese tanto, el argentino habría echado tierra encima a sus pensamientos más profundos y habría respirado aliviado.

Pero no pudo ser y fue el Arsenal el que se acabó llevando el gato al agua. Messi salía una vez más cabizbajo de un estadio inglés. La derrota de anoche escocía, más si cabe, por la imposibilidad de ayudar al equipo con un tanto. La pólvora de Leo estaba mojada mientras sus intenciones eran más ambiciosas que nunca. El Barça lo necesitaba y el necesitaba el gol. Pero Messi no marcó y el Barça no pudo ganar. Un efecto mariposa que esperemos se resuelva a la perfección -como el pasado año ante los gunners- con un póker de goles en favor del argentino. 
   
Imagen | El País