jueves, 13 de marzo de 2014

Se bailó y se ganó

Pablo Orleans | Dicen de la danza que es un arte donde se utiliza el movimiento del cuerpo como forma de expresión. El Barça, en la noche de hoy, ha bailado. Por momentos su movimiento era suave, marcando el ritmo, sin movimientos bruscos. Danzaba con soltura, llevando la batuta y el paso de una coreografía pulida en años de práctica, cuan Gene Kelly ejecutando un paso de claqué, sin errores, teniendo claro cuál es el siguiente movimiento. También dicen de la danza que se realiza, usualmente, con música. La música sonó al inicio. La contundente melodía de la Champions resonó con fuerza en el Camp Nou, presagiando una batalla que se tornó en capoeira brasileña en cuanto el colegiado francés dio comienzo al choque.

Lionel Messi supera a Kompany

Uno de los movimientos de baile entre Messi y Kompany. Imagen | Mundo Deportivo
Los primeros acordes presagiaban una obra de arte, un baile celestial que recordaba a los años de gloria de la orquesta culé. El colectivo azulgrana llevaba la iniciativa mientras su pareja intentaba seguirlos de cerca. Más a destiempo que al son de los del Tata, los celestes de Manchester pisaban, una y otra vez, los pies de su pareja, impidiendo realizar giros completos. Pero el Barça siguió a lo suyo. La batuta de Xavi, escoltada por Busquets, funcionó para llevar el tempo, mientras que Iniesta y Messi llevaban la voz cantante. Creaban, llegaban y hacían temblar los tacones del compañero cada vez que se disponían a ejecutar uno de sus pasos. Pero el jurado, el juez de turno de la vecina Francia, no supo valorar la ejecución blaugrana y erró en dos ocasiones para impedir -de momento- que el minipunto sumase a los de casa. La torpeza inglesa de Lescott arrolló al sutil molinete de tango del argentino Messi y el rápido movimiento de Alba fue mal percibido por el galo, por lo que los de la Ciudad Condal fueron a descansar con una gran faena, pero un resultado escaso.

La reanudación musical, con la misma pareja de baile, comenzó atravesada para los culés. El City agarró con fuerza las vestiduras azulgranas y zarandeó al conjunto catalán, desestabilizándolo sin tirarlo. Los ingleses salieron con más ganas y llevaron la iniciativa. Pero, tras un veinte minutos a expensas de los isleños, los locales golpearon en el momento más dulce de su pareja. Messi, frente a Hart, la elevó con clase y el equipo de Manchester resbalaba y doblaba una pierna en el envite. Pero no bajó los brazos y lo siguió intentando con su peculiar Morris Dance, ataviados con palos y espadas para afrontar el resto de la danza. Y tampoco obtuvieron recompensa cuando, poco después, el juez francés desvió la atención de una infracción de Piqué ante Dzeko. Nada. La pena máxima fue la expulsión de Zabaleta por unas protestas comprensibles que representaban, más que la intención de remontada, la impotencia de un equipo que bailó bien pero sin maestría. Kompany equilibraba el duelo pero, al final, la seguidilla manchega de Iniesta hizo el resto y sentenció un baile que, no sé si habrá callado algunas bocas, pero que ha dejado claro que el Barça va a seguir bailando lo que resta de temporada. Y también ganará.        

miércoles, 12 de marzo de 2014

20.45 | Hora de bailar

Pablo Orleans | La historia siempre la escriben los vencedores, por mucho que la situación no haya sido favorable. El que se lleva la gloria, cuenta su versión, que se torna en la versión verídica. Los hechos son los hechos, pero el entramado de circunstancias que llevan a esa victoria, dormita bajo el olvido y prevalece el resultado. Quién ganó frente a cómo ganó. Quién ganó frente a cómo estaba cuando ganó. Quién ganó frente a cómo estaban los demás cuando ganó. Al final de cualquier hecho histórico, lo importante es el quién. Ganó el bando franquista; ganó Fermín Cacho; venció David a Goliat; ganó Grecia una Eurocopa; Ganó Rajoy las elecciones. Ganaron, y eso es lo que a muchas personas les importa, lo que al final importa. El Madrid ha ganado nueve veces la máxima competición europea y el Barça cuatro. Eso importa. Al final, quién ganó y cuántas veces ha ganado. 

Imagen | Mundo Deportivo

Es por ello por lo que hoy, el Barça, debe empezar a escribir su historia, la historia de esta temporada. Proteger el caparazón con más fuerza y mantenerse unidos bajo el manto protector de su fútbol de toque, de su trato del balón, de sus triangulaciones imposibles, de la eterna posesión, de la agobiante presión y del estoque más amargo de quien lo recibe. Dejar de mirar de puertas afuera y no apreciar los sutiles comentarios que intentan desestabilizar. Que tras una fuerte caída, tras un duro tropezón, levantarse con la sangre y las heridas aún tiernas, y hablar con la piel y el cuero y ante el mundo entero, demostrar que -de momento- el Barça no ha muerto.

Que sea hoy ante el City, y en los próximos partidos, cuando los del Tata Martino recuperen esa flor que se apagó en el invierno y se levanta con el calor. Que Leo baile mil tangos sobre los verdes de España (y Europa), que la sardana de Xavi lleve el ritmo, la samba de Neymar ponga la chispa carioca y que Iniesta mueva las caderas y los pies como se hace en las seguidillas manchegas. Que el Barça emule a Jackson y los muertos vivientes bailen. Porque si les han matado, verlos levantarse va a ser muy duro para los que ya no los creían en este mundo. Y hoy, a las 20:45 horas, el Barça puede resucitar y devolver la confianza a unos y callar la boca de otros. Pero, para eso, hace falta bailar. Y bailar bien. Y ganar.
      

lunes, 10 de marzo de 2014

Todavía queda Liga

Pablo Orleans | Para ser sincero, no vi el partido del pasado sábado. Y, por lo visto, leído y oído, me alegro. El Barça no jugó bien y el Valladolid, hasta entonces en los puestos de descenso, planteó mejor el partido y se llevó el gato al agua. El equipo del Tata, ahora tercero a tres puntos del Madrid y a uno del Atlético, se llevó un duro golpe esta semana. Pero se llevó un golpe que no le ha sentenciado. Muchos blogs y diarios deportivos comentan que el Barça ha tirado la Liga en Pucela. Nada más lejos de la realidad. El equipo azulgrana tiene margen, calidad y profesionalidad para reducir esa distancia y colocarse de nuevo como líder de la Liga BBVA.

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Imagen | As.com

Aunque se dramatice y se acuse al Barça del Tata, aquellos que dicen que el Barça ha perdido la liga a falta de doce jornadas por disputarse, entienden poco de fútbol. 36 puntos en juego y 1080 minutos de fútbol por delante para darle la vuelta a la tortilla. Entre ellos, dos choques directos ante el Madrid en el Bernabéu (en sólo dos jornadas) y ante el Atlético en el Camp Nou en la última jornada de esta temporada. Además, las visitas a El Madrigal ante el Villarreal y al campo vecino en el derbi catalán frente al Espanyol serán los dos partidos difíciles, a priori, del conjunto de Martino fuera de casa y la visita al Camp Nou de un Athletic en progresión.

Pero sus rivales directos tampoco se libran de enfrentamientos fuertes lo que resta de temporada. El líder tiene por delante un calendario en el que además de enfrentarse al Barça en el Bernabéu, tendrá que viajar a Sevilla (contra el Sevilla FC), Málaga, San Sebastián y Valladolid y recibir en su feudo a Valencia y a un siempre molesto Osasuna. Por parte de los de Simeone, su calendario se complica en las visitas que deben hacer de aquí a final de temporada. La Catedral, Mestalla y Camp Nou, que se dice pronto. Villarreal y Málaga serán los rivales más fuertes que irán al Calderón.  

Las cartas están sobre la mesa. El Madrid, líder, tiene en su poder y en su mano llevarse el título liguero. Pero queda tanta competición y tantos minutos por disputarse que del mismo modo que es muy aventurado afirmar que el conjunto blanco ha ganado la Liga, lo es decir que el Barça la ha tirado. Y más, sabiendo que en esto del fútbol puede pasar cualquier cosa.

jueves, 6 de marzo de 2014

Hacen falta más Carles Puyol

Pablo Orleans | De Puyol se ha dicho todo, o casi todo. Se va. Deja el club en el que ha pasado media vida y que ha defendido a capa y espada (y con nivel) durante más de una década. Desde su debut en Zorrilla en octubre de 1999, el de La Pobla de Segur ha sido el estandarte del mejor Barça de la historia. El capitán de uno de los equipos que mejor fútbol ha creado; el cerrojo de una puerta de oro; el pelo de Sansón; el corazón de una maquinaria perfecta. El motivador del equipo en sus horas bajas abandona el Camp Nou para, quién sabe, medir sus fuerzas en un barco de menor calado pero con las arcas llenas de oro. Y hace bien. Puyol, inteligente, deja el escudo de su vida, pero no lo abandona. Sus últimos meses en el club han catapultado una decisión natural y que 'Tiburón' tenía que tomar. Las lesiones y la edad han mermado a un futbolista cuyo potencial era el físico y cuya seña de identidad es el compromiso.

Y deja el Barça porque ya no es el que era. Su compromiso es tal que, lejos de agotar el contrato que le resta y aguantar hasta la jubilación de banquillo en banquillo por España, asume su situación y deja vía libre a los que llegan, sin que la presión por su presencia se convierta en un suplicio para el gestor del vestuario. Y como un toro indultado, Puyol seguirá su camino en un terreno más agradable. Deja el ruedo en lo alto, haciendo una de las mejores carreras posibles y mandará tranquilo en otro verde, donde esperará para dejar el fútbol de corto.

Y como dijo Piqué, nunca habrá otro Puyol en Can Barça, pero lo que él ha enseñado a las generaciones venideras, hará que muchos chavales que se forman en La Masía (y en todo España) vean en él un espejo al que mirarse. Un ejemplo de esfuerzo, de valores, de trabajo, de garra, de compañerismo, de sacrificio, de pundonor y, sobre todo, de persona. Porque en el fútbol hacen falta más Carles Puyol. 

miércoles, 1 de febrero de 2012

Mestalla, primer asalto

Pablo Orleans | Mestalla retumbará esta noche, con el recuerdo de viejos tiempos y el añoro de repetir grandes gestas contra el Barça. Años atrás, cuando Leo Messi, Cesc Fabregas o Gerard Piqué se empezaban a hacer hombres en las categorías inferiores del conjunto catalán, en la Ciudad Condal los duelos ante los murciélagos de Valencia eran sinónimo de espectáculo y rivalidad. Años en los que un 'piojo' llamado López traía de cabeza a culés y llenaba de alegría a chés. Años en los que uno de los mejores Valencia que se recuerdan con Baraja, Mendieta o Illie a principios del nuevo milenio volvió a poner en aprietos a los conjuntos de Van Gaal, Serra Ferrer o Rexach. Años de eliminatorias coperas y europeas, años nostálgicos para unos y pasados por el forro de sus vitrinas para los otros. 

Imagen Resultados-futbol.com
Esta noche, como todas las eliminatorias de la Copa de Su Magestad el Rey Don Juan Carlos I de España, suegro del protagonista de la nueva imagen de Mango según algunas fuentes, la contienda está asegurada, la pasión a flor de piel, el respetable emocionado, los medios dispuestos, los jugadores prestos, los banquillos atentos, los trencillas en el punto de mira, las miradas perdidas en los contendientes, apasionados con el ambiente de las gradas de un Mestalla en el que televisiones y periódicos ocupan los escaños de las radios, que relatan las jugadas desde casa, al calor de un micrófono en tiempos de oleada polar, mientras el cuarto colegiado apaciguará los ánimos de ambos bancos, intentando alejarse de la cruceta que le apunta en todo momento, que le agobia, que le sentencia o le juzgará.   

Todo lo demás, también. Fútbol, pancartas, abucheos, gritos, animación, insultos. Una mascletá sin fuego, ensordecedor ruido nocturno para amedrentar con alevosía a norteños y primos hermanos de habla. Estruendo vocal al unísono para viajar a Barcelona con ventaja. Patadas, cartulinas, ovaciones, silencio, abatimiento, deportividad. Visitar sin ruido, intimidar con fútbol, devolver los golpes pasados. Llegar a la gloriosa final del monarca. Disfrutar de este deporte.