Pablo Orleans | Ya en Abu Dhabi el Barça medita, un día antes de su primer choque en el Mundial de clubes de la FIFA, sobre su actuación el pasado sábado en el derbi catalán. Un derbi que apuntaba a un recital de goles y espectáculo que no se llegó a dar ni de lejos en el marcador que impera en el Campo Nuevo. El Espanyol, con una táctica estudiada al milímetro, plantó cara y tuteó al magnífico campeón del Triplete al que pocos saben toser. El sábado, Mauricio Pochettino ideó un gran plan para desarmar a uno de los equipos mejor armados del planeta. Intentó despojar de su mayor fuerza a una de las potencias futbolísticas mundiales como quien intenta erradicar el ejército en los Estados Unidos. Y casi le funciona. Si no llega a ser por la participación de Iturralde, hoy estaríamos hablando de un equipo y, sobre todo, un entrenador que han sabido -con un presupuesto infinitamente menor al de los blaugranas- apear del pedestal al equipo que mejor fútbol ha hecho, y hace habitualmente, en el panorama español y mundial. Pochettino supo cómo frenar las acometidas de los pupilos de Guardiola y consiguió que éste no mandase (y por lo tanto no fuese tan peligroso). Al final, el dudoso penalti a Xavi dio la victoria al Barça. Aún así, el Espanyol supo el truco, algo más que peligroso.
El Barça debe espabilar. Sin un ritmo rápido, sin demasiada ambición en ataque y con imprecisiones defensivas, los culés nos están acostumbrando a largas posesiones -en ocasiones soporíferas-, a dominios absolutos a un ritmo lento y a partidos monótonos en los que el balón sólo lo tiene un equipo. Las ocasiones cada vez son menos y el peligro no es real en los últimos partidos, lo que hace que estemos pasando de un Barça inmenso que mandaba con autoridad y espectáculo sobre sus rivales a un Barça aburrido que, manteniendo el 70% de posesión, no es el mismo. En los últimos encuentros, los rivales han sido rivales. El fútbol y las ocasiones han sido más igualadas y las ocasiones han caído de lado de ambos contendientes. Lo peligroso del asunto no es que el Barça haya bajado el listón de sus triangulaciones o haya frenado su ofensivo juego, sino que cada vez más a menudo vemos equipos que le ponen en serios apuros y pelean el resultado hasta el último momento. De este modo, lo que podía ser la larga hegemonía de un club de fútbol se está convirtiendo en la repetición de una idea buenísima que está degenerando en un fútbol vago y resultadista. Un fútbol satisfecho que dista mucho del fútbol ambicioso de Guardiola. Un fútbol que, últimamente, está siendo menos fútbol.
Pdt.: Que no se crezcan los madridistas ni los antibarcelonistas. A pesar del bache y el 'deterioro' de la imagen, el Barça sigue haciendo el mejor fútbol de este país y del viejo continente.
2 comentarios:
Hola Pablo!
Un "lapsus" pasajero...o eso creo!
Extraña ver al Barça del Espanyol pocos días después de deleitarnos ante el Inter, por ejemplo.
Cansancio, problemas de atención...pero en esta ocasión no es por desinterés de los futbolistas.
Saludos
Sílvia
Esperemos que sea un lapsus pasajero y no se convierta en una tónica que haga del Barça un equipo monótono y predecible.
Que vuelva el espectáculo y la emoción, los goles y el buen fútbol. Así se demostrará que no hay ningún tipo de desinterés, porque en varios momentos del derbi, el pasotismo y la desgana se notó.
Saludos!
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