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lunes, 21 de diciembre de 2009

UN TÍTULO CON EL CORAZÓN

Pablo Orleans | No podía ser de otra manera. Si el Barça consiguió ayer el sexto título consecutivo de la temporada fue, más que nunca, por méritos propios. El fútbol de toque, los pases milimétricos, el control absoluto de la situación, la belleza de las triangulaciones, la paciencia y la verticalidad, el saber arrinconar a un equipo rácano que jugó sus bazas de una manera excepcional durante 87 minutos y sufrir de la manera que se sufrió, vencer del modo en que se hizo y convertirse en historia viva del fútbol mundial ha hecho que, hoy más que nunca, sienta los colores azul y grana con un orgullo especial.

Con su sexto título del año, el Barça hizo historia.
Esperaba un partido más cómodo, sobre todo en sus inicios. Si bien es cierto que sé cómo se las gastan los equipos argentinos, esperaba que uno de los mejores equipos de la historia no tuviese demasiados problemas en hacerse dueño y señor del encuentro y del fútbol mundial. No fue así. El inicio del partido fue tosco, cortado y duro. El Barça no se hacía con el control del balón y era el Estudiantes de la Plata el que parecía más centrado en hacer su fútbol (o lo que es lo mismo: el antifútbol del equipo de Guardiola). Con el mando en el centro del terreno de juego, los argentinos tuteaban al conjunto culé y éste sufrió. Sufrió al ver cómo no señalaban un penalty claro sobre Xavi. Sufrió al ver cómo Boselli, de tremendo testarazo a ocho minutos del final de la primera mitad, adelantaba a los pincha ratas y colocaba el imposible título lejos del alcance de los dedos de la pulga.

Boselli adelantó a Estudiantes con un soberbio cabezazo.

Llegó el descanso. Confiaba en el arte de moralizar, en el oficio de psicología, en el dominio del fútbol y, sobre todo, en la cabeza fría, calculadora y siempre pensativa el señor Guardiola. Confiaba en el equipo, en la cantera y en los fichajes. Tenía la absoluta certeza de la remontada en el segundo medio y un relajado final de partido con la tarea hecha. Pero el minuto 90 se acercaba, poco a poco y amenazante, consumiendo cada segundo, cada minuto como si fuese pólvora en medio de una hoguera. El final se acercaba. Los argentinos acariciaban la pelota de fútbol terráqueo sostenida por tres soportes mientras que los pentacampeones soñaban con el empate inextremis. El Barça apretaba y Estudiantes se agazapaba. Piqué ya no era central sino delantero centro. Xavi ya no intentaba triangulaciones y Alves no llegaba hasta el fondo del campo para centrar. Los balones aéreos acosaban la meta de Albil, Ibrahimovic remataba desviado y Valdés volvió a demostrar que él debe ser el segundo del Mundial. Oprtunidades había pero la férrea defensa platense hacía presagiar un final amargo. Esta vez, la cara de giligpollas la iban a tener otros menos acostumbrados.

Valdés fue clave en la victoria azulgrana. La selección lo debería esperar para Sudáfrica.

Minuto 87: Touré recoge un balón en la línea de tres cuartos y la juega con Xavi que se dispone a centrar. Su pase rebota en un defensor contrario y el cuero sale despedido al cielo de Abu Dhabi. Piqué, que llevaba varios minutos como atacante, corre sin temor y con una decisión increíble para luchar el esférico en el borde del área grande de los argentinos. El balón tarda varios segundos en caer y la incertidumbre se apodera de todo un estadio teñido de blaugrana para la ocasión. El mejor central de Europa sin lugar a dudas se lanzó a las estrellas de la noche y con un leve y sutil toque de cabeza adelantándose a un correcto Cellay dejó a Pedro solo ante el meta Albil. Pedro, con el nerviosismo que le caracteriza de cara a puerta marcó uno de los goles más importantes de la historia del Barça y del fútbol mundial. Un balón que tenía que entrar sí o sí, de la manera que fuese, lo fue a hacer de una de las formas más bellas posibles. Empujado por la cabeza de un grandísimo jugador de 1,69 de estatura, el cuero traspasó, de vaselina, al meta argentino mientras éste salía a tapar posibles huecos por abajo. Pedro, en el minuto 87, hizo el sueño realidad y consiguió medio título mundial para los culés.

 Leo Messi anotó con el corazón azulgrana.

Llegó la prórroga con los argentinos, que perdían tiempo segundos antes, pidiendo la hora. El Barça saltó con un aire renovado, con ganas de darle la vuelta al marcador y acabar de soltar la adrenalina que se había acumulado durante 87 minutos de tensión. Todo el Barça volcado ante la meta de un Estudiantes fundido que acabó doblegado ante el acoso azulgrana. Dani Alves, desde su banda y varios metros más retrasado de lo habitual, volvió a colgar un balón de ensueño a la banda buscando a Ibra. El sueco no llegó y desde atrás, como pulga entre pelos, Lionel Andrés Messi Cuccittini colocó su corazón para darle al Barça el sexto título del año. Sacando pecho ante su gente y demostrando que él es diferente, Leo anotó el gol con la mejor parte de su cuerpo posible. El corazón que le puso el Barça al partido y a una temporada para enmarcar, el corazón de los seguidores azulganas en todo el mundo que sufrimos lo insufrible para ver ganar y dar espectáculo al mejor equipo de la historia y el corazón de Pep, que supo adivinar el partido con cambios incomprensibles y que valieron la pena. Gracias Barça, gracias Pep. Gracias fútbol.

Pep Guardiola, el maestro, acabó emocionado y manteado por sus jugadores.

Imágenes | As.com