Pablo Orleans | El año 2009 no ha sido nada bueno en lo que a economía se refiere. Una crisis mundial que ha asolado el planeta y ha arruinado a familias enteras, ha cerrado miles de empresas y ha dejado sin trabajo a millones de personas en todo el mundo. No sólo la crisis ha dejado al 2009 como un pésimo año. Las guerras, los secuestros y asesinatos, el desacuerdo por salvar el planeta y vencer al cambio climático, las catástrofes naturales y muchos otros problemas no menos importantes como el hambre, las desigualdades sociales y las enfermedades que existen en todo el planeta desde hace mucho tiempo (incluyendo una gripe A que si ha sido tan alarmante se ha debido a la fácil propagación más que a la mortandad) han hecho que el balance global de este último año de la primera década del siglo XXI sea, más bien, nefasto.
Nada parecía ser bueno. Todo eran desgracias y problemas (sobre todo) globales hasta que en una cosa, para mí, ha sido positivo este 2009. El fútbol, como siempre, deja de ser un deporte cualquiera para convertirse en una terapia que hace que cualquiera que seamos aficionados a él, nos haga olvidar, durante 90 minutos, todos los males que podamos tener y hace olvidar todas las procupaciones que no nos dejan dormir.
Gracias al fútbol, este 2009 no ha sido tan nefasto. Gracias al Barça, este 2009 ha sido una continua alegría futbolística. Aunque no hubiese logrado ni un título de los seis que ha podido conseguir, únicamente el juego del equipo -que llama a la victoria- hacía que disfrutase con un deporte que, digan lo que digan los que lo odian, es más que un deporte. Y no me refiero a un negocio, que también, sino a algo más abstracto, menos palpable: un sentimiento.
Con los seis títulos conseguidos, con un fútbol de ensueño y con la esperanza de que siga esta racha lo máximo posible, el Barça ha añadido un plus de alegría que ha ayudado a que este 2009 no sea el 2009 de todo el mundo (o de muchos...). Primero la Copa, la Liga y la Champions. Luego las Supercopas. Para terminar la faena: el Mundial de clubes. Todo perfecto. Nada fuera de sitio. Un año para enmarcar y destacar en los libros de historia (del fútbol). Un año para enseñarles a las jóvenes promesas del fútbol venideras cómo se hace una temporada 10. Cómo se consigue lo máximo con respeto, humildad y esfuerzo. Cómo se consigue triunfar sin hechar mano de la cartera y cómo se puede mantener un nivel de juego altísimo durante tanto tiempo. Muy fácil: Un buen entrenador (gracias Pep) y ambición.
Así pues, el fútbol ha servido de psicólogo en malos momentos; de payaso en momentos de bajón moral; de entretenimiento y compañía en momentos de soledad; de reunión con los amigos en momentos felices; de esperanza en momentos desesperados y de fuerza en momentos de flaqueza. El fútbol, hoy más que nunca, ha servido para que la vida sea menos dura. Los que son del Barça lo entenderán...o eso espero.