Pablo Orleans | Este sábado el Barça jugó, como se preveía, uno de los encuentros más complicados de la temporada hasta el momento. Ante un Valencia motivadísimo aupado de una afición inestable (la de la capital levantina es una afición que a mi modo de entender confunde lo exigente con lo hipócrita) pero contundente en el éxtasis, el equipo de Guardiola se defendió al principio, lo intentó después y se conformó con el valioso punto sacado de la ciudad del Turia.
El partido comenzó con el dominio y la presión del equipo ché sobre la meta de Valdés. Una presión incesante y que surtió efecto en el juego de los azulgranas, que perdieron innumerables e inusuales balones a la hora de sacar el balón. Balones en largo sin pasar por las botas de Xavi. Balones aéreos a grandes "jugones" (como diría el conocido y fallecido Andrés Montes -D.E.P.-) pero sin altura. Balones con rumbo pero destino valencianista. Siguió durante largo rato dicha presión, pero presionar constantemente al Barça es muy complicado y al final, la fatiga se presencia en el césped para agotar a los acosadores.
Cuando los locales cesaron en esa presión incómoda y puñetera, el Barça se mostró como el Barça. Comenzaron las triangulaciones y los toques entre centrocampistas. El Valencia lanzaba latigazos pero el Barça poseía el balón y atrás, Piquenbauer y Tiburón Puyol cortaban los intentos de internadas de los delanteros valencianistas. Mención aparte merece Silva, ese individuo discreto fuera del terreno de juego que cuando salta al campo se convierte en uno de los jefes del equipo, sin ningún tipo de timidez. Inmenso partido el del centrocampista izquierdo de Arguineguín.
La segunda parte mostró la mejor cara del partido de los culés. Con gran posesión y jugadas de gran calidad, los pupilos de Pep llegaron más, buscaron con mayor frecuencia el gol y supieron desmarcarse de la ya leve presión ché. El triple pitido final llegó y el partido, con empate en el marcador al minuto noventa, acabó sin goles. Aquellos que lean las crónicas de los diarios o simplemente vean el resultado pensarán: "Que partido más soso, qué aburrimiento". Error. El partido fue un constante ir y venir de ocasiones, la tensión se palpaba en el ambiente, -hasta desde casa, a 500 kilómetos de distancia y a través del televisor- y la calidad de ambos conjuntos mostró un combate cuerpo a cuerpo digno de grandes batallas. Mostró el auténtico Tiki-taka.
El partido más complicado del Barça. Un lujo de partido.
Imagen: As.com
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