Pablo Orleans | El domingo, el F.C. Barcelona demostró todo su poderío. Fue ante un Real Zaragoza que nada pudo hacer ante el dominio y la calidad de los jugadores azulgrana y en una visita de los aragoneses en el peor momento de lo que llevamos de temporada. Herido por el empate en Valencia y le derrota en casa ante el Rubin Kazan, el Barça lo pagó con el Zaragoza...¡y de qué manera! El 6-1 final demostró de lo que puede ser capaz el equipo que dirige Pep Guardiola. Con una posesión del balón abrumadora y desmotivadora que rozó, en algunos lances del encuentro, el aburrimiento, el Barça apagó la fuerza maña mareando al equipo de Marcelino con mucho toque y precisión hasta que, en un latigazo imprevisto tras entrelazar varios pases rápidos y triangulaciones, alguno de los magos de Can Barça lograba batir al meta visitante, Carrizo. Hat trick de Keita, dos de Ibra y uno de Messi hundieron a un Zaragoza que demostró maneras en los escasos momentos en los que disfrutó del balón.
El Barça mostró, como lo hace partido tras partido, sus armas al mundo: Xavi, Iniesta, Keita, Messi e Ibra. El control de posesiones interminables, calidad en todos sus costados, disparos lejanos, precisión en los tiros de falta, altura y habilidad, desborde, verticalidad y gol. Este Barça es muy parecido al del año pasado. Perdió presión al irse Eto'o y ganó altura y calidad al llegar Ibra. Este equipo puede y tiene la capacidad de repetir algo increíble, un triplete que nadie esperaba y que se acabó consiguiendo. No hay crisis y, a pesar de que todavía quedan muchísimos partidos, puntos y eliminatorias que jugar, el Pep Team apunta hacia lo más alto. De momento, primero en la liga doméstica con tres puntos de ventaja sobre el Real Madrid y vivo -lógicamente- en todas las competiciones. Cierto es que todavía le quedan muchos rivales durísimos y que no hay nada hecho, pero la situación tiene buena pinta.
LA DEFENSA
A pesar del buen juego, del domino y de la goleada, el Barça tuvo unos sensibles fallos defensivos que mancharon, en cierto modo, el buen hacer del equipo. Chygrynskiy no demuestra, Márquez está lento y Piqué, a pesar de ser uno de los mejores defensas del mundo y aspirar a convertirse en el mejor, duda en ocasiones y eso crea una sensación de fragilidad abajo. Sin Touré por delante de la zaga, la defensa parecía más débil de lo habitual y fueron dos ocasiones en las que Valdés salvó al equipo culé de goles cantados.
El Barça ganó, fue mejor y mereció la victoria, pero que Guardiola no descuide la zaga y no permita fallos de benjamines.
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