viernes, 13 de enero de 2012

Habrá (otro) Clásico

Pablo Orleans | Confirmado. En dos semanas habrá un nuevo enfrentamiento entre Real Madrid y FC Barcelona. El destino y la Copa han querido que los dos equipos más laureados de España y, probablemente, de la élite mundial se enfrenten en el enésimo choque del siglo, en el choque del milenio, en el de la prensa deportiva sensacionalista. Blancos y culés se volverán a ver las caras en un terreno de juego por cuarta (y quinta) vez en lo que llevamos de temporada. Serán seis seguros, aunque el capricho de la Champions pueden ampliarlos a siete (en caso de que ambos lleguen a la final) u ocho (si se miden en eliminatoria). Ocho Clásicos en una temporada. Barça y Madrid por las orejas, por los ojos y por otros sitios. A mí no me importa (siempre que los de Guardiola salgan victoriosos), pero si me pongo en la piel de muchos de los aficionados a otros equipos españoles, puede ser horrible. 


Los telediarios no hablarán de otra cosa, la gente no sabrá nada de lo demás, las discusiones en torno a las barras de bar se presuponen calentitas... Los Clásicos están llegando a su punto infernal, en serio. Ya no es lo que era. Antes, esperar un Madrid-Barça era esperar cuatro meses para verlos en acción. Era ponerte nervioso la semana de antes porque el partido de la temporada llegaba y tú y tus amigos discutíais por quién sería el vencedor. Ahora no. Ahora, los nervios no afloran en tu interior nada más que unos segundos antes del partido (o ni eso). Sabes que, si no hoy, mañana tu equipo podrá tomarse la revancha o viceversa. Saber que hay un Clásico casi cada mes no tiene gracia. Saber que la Liga probablemente sea de dos, tampoco.

Y he aquí la primera pregunta: ¿De quién es la culpa? Algunos dirán que de los derechos de retransmisión de los partidos, excesivos para los grandes y paupérrimos para los modestos. Algunos se aferrarán al abuso de poder de los 'clásicos' frente a la fragilidad de los débiles. Tienen razón. La repartición de los derechos de retransmisión de los partidos debería ser más equitativa con todos los clubes, y no permitir que mientras Barça y Madrid se desembolsan 300 millones de €uros, haya equipos que reciban 9 millones. ¡En la misma competición! Es de locos.

Pero otros, ávidos y rápidos como la pólvora, defenderán la idea de que los dos grandes clubes están haciendo las cosas bien, bastante mejor que los demás. No es una mala apreciación. Está claro que la diferencia de presupuestos de Barça y Madrid con el resto es apabullante, avergonzante. Pero también está claro que, por lo menos, hay una serie de clubes intermedios que, con presupuestos muy por encima de otros equipos, podrían estar complicando las cosas a oligopolio futbolístico español. Equipos como Valencia, Atlético de Madrid o Sevilla no están -ni mucho menos- cumpliendo las expectativas que muestra su plantel, por lo que también deberían hacer algo de autocrítica. 

      

lunes, 9 de enero de 2012

¿Para cuándo Xavi?

Pablo Orleans | Estaba cantado. Las apuestas aseguraban que iba a ser Leo Messi el que iba a conquistar la tercera esfera de cuero dorado consecutiva seguido del portugués del Real Madrid, Cristiano Ronaldo, y con el mágico Xavi Hernández por detrás. Estaba cantado, sí, pero yo me esperaba un cambio de última hora. Un capricho del destino que señalase al 6 del Barça y 8 de la selección española en el primer escalafón del trío finalista. No fue así y el premio se lo volvió a llevar, merecidamente, el argentino. 

Messi consiguió su tercer Balón de Oro consecutivo. Foto | As

Messi, pichichi de la Champions, goleador en la finalísima de Wembley y malabarista con el balón bajo/entre sus pies, se llevó el gato al agua sin problemas, con un amplio margen de error gracias al apoyo del casi 45% de los entrenadores y capitanes de selecciones nacionales FIFA junto con el de los corresponsales de France Football. Muy por detrás, Ronaldo consiguió el 21,6% de los votos y, más lejos todavía, Xavi obtenía el 9,23% de los votos.

Pero el español se merecía el galardón. Huérfano, así se quedó el balón de oro cuando el pasado año se lo llevó Messi a su casa, quién sabe si en Barcelona. Puede que en Rosario. Pero Xavi sabe que el balón de cuero es suyo, el que roza el verde césped del Camp Nou le pertenece, pero el dorado se resiste a acudir a sus brazos. Su trayectoria lo dice todo. Tricampeón de Champions League, seis veces campeón de la Liga, campeón del Mundo de selecciones, campeón de Europa de selecciones, mejor jugador de la Eurocopa 2008, de la final de la Champions 2008/2009, mejor constructor de juego del mundo en los años 2008, 2009, 2010 y 2011 y las nominaciones a Balón de Oro de los últimos años entre otros muchos galardones, hacen del centrocampista culé, del cerebro que este deporte jamás ha conocido, de Xavi Hernández, uno de los mejores jugadores del Mundo y de la Historia. No le hace falta marcar goles para saberse el mejor. No le hacen falta trofeos individuales para demostrarlo. Sobre el campo, domingo tras domingo, el de Terrasa demuestra y demostrará que, si no se le otorga el Balón de Oro algún día, el fútbol habrá sido injusto con él, del mismo modo que lo fue un día con Raúl. 

Por cierto, Guardiola es el Mejor entrenador del Mundo. Que lo siga siendo.
       

miércoles, 14 de diciembre de 2011

Ganar o ganar, no queda otra

Pablo Orleans | Hay que ganar. Ésa es la premisa básica en la que deben pensar los jugadores y el cuerpo técnico del FC Barcelona. No hay excusas. El momento, dulce para los azulgrana, no deja otra alternativa, y pensar en lo contrario o divagar en pormenores sería un grave error. Hay que afrontar este partido como un mero trámite para llegar a la final del Mundialito, jugando con seriedad pero con la calma y tranquilidad que permite el gran abismo técnico que separa a qataríes y españoles. El Al-Sadd, campeón asiático, está disputando el torneo pensado para que lo disputen europeos y sudamericanos, un dato importante para saber a qué se enfrentan mañana los de Guardiola. Los de Jorge Fossati saldrán, como es lógico, hipermotivados, pero ni los "ex europeos" ni los muchos internacionales con Qatar que hay en sus filas deberían suponer un incordio para lograr el pase a la final. 

Guardiola en una rueda de prensa en Japón. Foto | As
De hecho, no llegar a la final de este torneo que pretende -sin éxito- coronar al mejor equipo del mundo, sería una auténtica catástrofe que se vería rebajada en caso de hacerlo en la final frente al Santos de Neymar. Pero ésa es, ahora, otra historia. Lo importante es ganar con contundencia y buen juego ante el conjunto qatarí y empezar a meter el miedo en el cuerpo a los habilidosos brasileños encabezados por crestaman.

Para ello, será imprescindible mantener la serenidad, la calma que apareció en el Bernabéu tras el rápido gol de Benzemá, y saber que el balón entrará, no una o dos veces, sino alguna más. Por lo menos, así debería ser. De ser yo el encargado de hacer la alineación, apostaría por Thiago, Cuenca o Afellay en el once titular. Me temo que la precaución de Pep supondrá ver al mejor equipo posible sobre la alfombra japonesa. He de decir que, conociendo a Guardiola y sus imprevisibles, inesperados y originales cambios en su once titular, cualquier cosa puede pasar, pero con estos jugadores al inicio, el Barça puede asegurar el compromiso y la calidad de los Xavi, Villa o Alexis y puede hacerlos rodar en partidos de relativa importancia sin correr demasiados riesgos. 

Mañana, a las once y media de la mañana, mientras algunos todavía estén desayunando, CUATRO emitirá en directo el partido en el que el Barça, salvo sorpresa mayúscula e improbable, logrará el pase a la final del Mundial de clubes y se enfrentará, el próximo domingo a la misma hora, ante el Santos brasileño. Jugar, ganar y llegar a la final. No debería haber otra opción.
     

lunes, 12 de diciembre de 2011

Melodía bélica en el Clásico

Pablo Orleans | El ritmo del Barça sonó con acordes dorados por la capital de España. La orquesta dirigida por un coherente y atrevido Pep Guardiola impuso su perfección en uno de los escenarios más exigentes del mundo. Ni el rápido traspiés sufrido con una nota malsonante de un Valdés demasiado confiado en conocer a la perfección la partitura, ensayada durante años y con notas minuciosamente seleccionadas, impidió que el respetable ovacionará la actuación de los maestros y salieran victoriosos de tan complicado compromiso. De la mano del genio argentino, Leo Messi, la sinfonía paciente del grupo en general cosechó frutos conforme pasaban los actos. Iniesta, hábil como siempre en su faceta, y Xavi, manejando la batuta con habilidad y esmero, hicieron de "flautistas de Hamelin", robando resistencia a los blancos oponentes y animando a los suyos a seguir el único camino posible: la música perfecta.


Fue entonces cuando la batalla dio un vuelco enorme. Los vengativos guerreros capitalinos, buscando con ansia el momento de devolver los golpes pasados, dejaron a un lado la concentración y se centraron en apuntillar al bando rival con precipitación y necesidad. Se ahogaron en sus propias exigencias y su líder, un Ronaldo que llegaba con una buena racha de bajas en anteriores batallas, erró inexplicablemente en los momentos en los que los jefes nunca deben fallar. Siguiendo el guión de guerras anteriores, el portugués se cerró en sí mismo y la presión apagó su gran momento de forma hasta el momento. Así, el batallón culé avanzó sin descanso pero con cautela por terreno hostil penetrando por tres veces en el campo base rival. El primer susto quedó en anécdota y los de Guardiola se alzaron con la victoria. Una batalla ganada no da la guerra, pero anima a las tropas a seguir luchando por conseguir su objetivo. La Liga todavía no está (ni mucho menos) sentenciada.

ImagenAs.com 

sábado, 10 de diciembre de 2011

Que sea un gran espectáculo (y que gane el Barça)

Pablo Orleans | Vuelve la emoción al fútbol español. Y con ella, La Crónica Blaugrana retoma su actividad tras varios meses de indecisión, ocupación y descanso. Esta noche hay más que tres puntos en juego. Cuando un Madrid-Barça asoma por el horizonte, hasta los más escépticos futboleros se plantan delante de los televisores, toman posición y disfrutan de una hora y media de tensión, pasión y sentimientos encontrados. Amigos, familiares y desconocidos varios se unen en torno a una barra de bar o una mesa de salón repleta de aperitivos y cervezas para disfrutar, no sólo de 90 minutos de fútbol, sino también de 90 minutos de discusión, risas, nerviosismo, júbilo, desesperación, esperanza, evasión y compañía.


La hora se acerca y los hinchas de ambos conjuntos comienzan a sentir esa inconfundible sensación de inquietud, de impaciencia contenida y de confianza temerosa. Todos quieren ganar, ninguno se atreve a asegurarlo. Puede pasar de todo. El miedo a contemplar un soporífero encuentro de manos de los dos mejores equipos del planeta se ha quedado en el olvido. Probablemente, los veintitantos jugadores que salten a la alfombra verde del Bernabéu esta noche, harán todo lo posible para que el enésimo partido del siglo sea trepidante, emocionante y único. Que se vea espectáculo, buen fútbol y rivalidad sana. Que dejen las patadas y el teatro a un lado y se dediquen a deleitar al respetable (de las gradas y de las pantallas) con un partido de fútbol digno de la liga española y, sobre todo, de estos dos equipos. 

El Barça tiene la presión. Por más que digan, perder esta noche sería un duro golpe (salvable) que obligaría a los de Pep a ir a remolque el resto de temporada. Seis puntos (no nueve, como afirman algunos) serían un mullido colchón para los de Mourinho. Seis puntos que, de convertirse en triunfo el partido que todavía no han jugado los blancos, serían tres las victorias de ventaja que les llevarían a los culés. Tres victorias que, ciertamente serían muy complicadas de remontar. Pero para ello, el Madrid deberá ganar a domicilio la próxima jornada a un Sevilla necesitado de puntos para entrar en zona Champions. 

Aún con todo, el "caballero del honor" también soporta presión. La necesidad de ganarle al Barça llega más allá de la necesidad de irse seis puntos arriba. Arrebatar la hegemonía culé de los últimos años empieza por ganarle directamente, devolviéndole la confianza a sus aficionados y jugadores. Es cierto que el Real ha mejorado respecto al año pasado. Su defensa, más férrea y su ataque, enchufado, buscarán esta noche devolver los golpes pasados y creer en sí mismos para borrar el hambre de títulos que no supo saciar la Copa del Rey. 

Todo está preparado. Todo está listo. Ahora sólo nos queda esperar, sentarnos con los nuestros (sean de los colores que sean), agarrar una cervecita, tomar un aperitivo y disfrutar o sufrir delante de los televisores. 
Que sea un gran partido de fútbol.