jueves, 7 de abril de 2011

La casi excelencia asegura el clásico

Pablo Orleans (para Más que fútbol) | Lo esperado se asegura. El Barça - Madrid de semifinales de la UEFA Champions League está, salvo catástrofe mayúscula, más que hecho. Los cuatro de diferencia, simétricos al trabajo del Madrid ante los ingleses, los ha repetido el Barça, eso sí, no sin riesgo, sufrimiento, ni esfuerzo. Es más, los ucranios del Shakhtar, bien plantados en la alfombra del Camp Nou, llevaron el peligro más de lo que hubiera o hubiese deseado un seguidor culé. Más de lo que hubiere imaginado. La táctica de Lucescu, como el agua. Con un inicio fulgurante en el que la agobiante presión visitante impedía el buen hacer de los de Guardiola, el conjunto ucraniano presionaba con ánimo de lucro y conseguía aumentar la presión sanguínea de la máxima competición europea a los corazones azulgrana.


El trío atacante de los tigres, formado por un activo errante Luiz Adriano en punta, bien escoltado por dos veloces figuras llamadas Douglas Costa y Álex Teixeira, comandaron bien un ataque en el que sólo falto precisión para pasar, controlar y rematar una faena inquietante. Pero apareció Andresito y apagó la llama de la ilusión. Desde aquel insignificante momento, en el que el marcador decantaba el choque en favor de los locales, la estrategia —minuciosamente preparada durante el duro trabajo semanal—, se desvanecía en segundos tras un desafortunado despeje que cogió el que menos debía y que apuntilló con perfecta finalización. De ahí en adelante, once jugadores por detrás del balón auguraban un asedio continuo con contragolpes varios y búsqueda del acierto arriba. No funcionó.

El Barça, fiel experto donde los haya, siguió a lo suyo. Toque, toque, toque y más toque. El balón corría de un lado para otro y el encuentro se asemejó por momentos a un partido de fútbol sala a lo grande. Los rápidos recorridos del balón y la precisión en los desplazamientos desubicaban al rival y mantenían un control total que cojeaba cuando el aburrimiento rozaba lo cómico. El exceso de posesión, repetitivo y monótono, desconcentraba incluso al Barça. El fútbol semihorizontal, envidiable y exquisito, tiene su momento excitante en el preciso momento del desmarque. El pase llega solo. Alves, Villa o Messi buscan el hueco. Xavi, Iniesta o Messi conjugan el pase. Todo rodado. El segundo, perfecta maniobra milimétrica con final feliz.

Tras el descanso, Piqué completó la estrategia de Pep poco antes de que el magnífico zurdazo de Keita apaciguase la alegría ucrania con el accidente de Rakitskiy tras fallo de marcaje de «el jefecito». Cuando todo estaba hecho, cuando la ventaja global era evidente y cuando la fiesta estaba completa en el Camp Nou, Alves inventó una última asistencia para intercambiar papeles con Xavi y abrir las palmas de los culés mostrando el gesto que un día hizo Piqué. El 5-1 final asegura el pase. Diferencia de cuatro goles para ir a Donestk tranquilos, sin Iniesta y con un Messi en blanco crispado, con hambre de gol.

Se han cumplido los pronósticos. El Barça - Madrid se jugará a finales de abril. Cuatro partidos en apenas tres semanas que decidirán el futuro próximo de merengues y culés. Los unos, a seguir manteniendo el nivel de los últimos años acompañando el juego con títulos. Los otros, a volver a esos años gloriosos en los que mandaban en el viejo continente. Y sólo un ganador. Uno para llevarse la gloria en España y Europa. Uno para disfrutar del presente y rentabilizar el futuro. Ya se han abierto las apuestas, ¿quién se llevará el gato al agua?

Imagen | El País
      

1 comentario:

Bruno_1 dijo...

Apuesto por un 4-0 del Madrid en clasicos! Salduos!