Pablo Orleans | El partido de ida de las semifinales de la Champions League entre el Real Madrid y el FC Barcelona prometía pasión, enfrentamiento, lucha, entrega, goles y fútbol. La antesala de la Copa había cambiado las tornas del favoritismo y era ahora el Madrid el que, a base de presión, confianza, goleadas y un título que no conseguía hace casi veinte años, llegaba al choque de las semifinales, al penúltimo cruce de la máxima competición europea, como el favorito a pasar a la gran final de Wembley. Por plantilla (más larga), por ausencias (menos notables), por planteamiento (menos arriesgado), por moral (más alta), por los medios (más confiados) y por afición (la de casa) el Real Madrid partía, en este primer asalto, como el equipo ganador y confiado con la vitola de campeón de Copa del Rey y goleador a domicilio del líder de los mortales en su casa, Mestalla.
La previa acongojaba al más optimista de los culés. La presión mediática hacía desconfiar a la afición azulgrana que, confiado en la inteligencia de Guardiola y en el talento de los jugadores, de este bloque incomparable, guardaba una de las escasas probabilidades de victoria en la esperanza a la que pocas opciones daban desde la central lechera madrileña. El cruce dialéctico entre entrenadores, ese pique previo en las salas de prensa, avivaba la rivalidad y el miedo entre hinchadas. Más respeto; más cautela. Y así, entre estudios cercanos, opiniones contrarias, discusiones recientes y una semifinal de la Champions de por medio, el balón comenzaba a rodar en lo que tenía que ser, por obligación, un espectáculo futbolístico sin parangón.
Mientras el Barça intentaba combinar en la medular con criterio y rapidez, el Madrid comenzaba los primeros minutos de partido con una leve presión que, lejos de recordar a la incansable persecución de la final de Su Magestad una semana antes, se agazapaba tras la divisoria sin incomodar en ningún momento la libre circulación culé en sus dominios. Un planteamiento conservador, el sacado por Mourinho, que no funcionó como esperaba y que actuaba con dureza en demasiadas ocasiones para cortar el juego medio del Barça cargando de tarjetas a un equipo amenazado por las sanciones y víctima del poder del Barça en los despachos de Europa y medio mundo.
Y así, supeditado a los millones del FC Barcelona, el bueno de Stark obedeció a órdenes superiores para expulsar sin motivo alguno a un Pepe inofensivo en su primera acción defensiva del encuentro, allá por el 62 de juego. Una zancadilla sin intención ni peligro alguno que muestra la inapelable intención de la UEFA por poner en el trono europeo a un Barça poderoso y que nunca ha ganado por méritos propios. Y así, con uno menos (ya podrán, con ayudas), el conjunto de Pep dominó más -si cabe- el juego sobre el Bernabéu y aprovechó la salvajada del defensa portugués sobre Alves para crear superioridad en todas la líneas, llegar con mayor claridad y acertar en dos ocasiones gracias a un Messi certero y una defensa blandita impune en algún otro puesto. Si no, pregúntenle a Marcelo.
Messi apareció y la filosofía del toque pudo con la espera y contragolpe. El dominio dejó claro -otra vez- que ser el dueño y señor del esférico los noventa minutos y mantener la posesión en porcentajes elevadísimos tiene sus frutos. Guardiola reaccionó ante la impotencia de la Copa y Mourinho mantuvo su ideal liguero alejándose del triunfo copero. Y así, Messi, el más listo de la clase, supo aprovechar sus oportunidades para dejar a su equipo, a este Barça sin complejos, un poco más cerca de Wembley, como hace diecinueve años.
3 comentarios:
No creo que el Madrid llegara como favorito a este partido, ni mucho menos. Había recortado la distancia futbolística y psicológica que separaba a ambos pero no era favorito. El Barça, por trayectoria reciente y capacidad demostrada, es mejor equipo y por ende favorito a pasar la eliminatoria (que está sentenciada).
No creo que el Madrid se empleara con especial dureza. Pero, en fin, doctores tiene la Iglesia.
La cobardia y la mezquindad no pueden tener premio. A este Madrid ya le sonó la flauta en la copa, pero esta vez el fútbol fue justo. Estamos a 90 minutos de Wembley!!
Saludos.
Pues yo sinceramente si creo que desde la final de Copa no se hacía más que decir que el Real Madrid llegaba pletórico y el Barça tocadísimo por las ausencias. Al final creo que bastante justo.
Un saludo. Comenzaron las nominaciones a los premios Tócala de cara.
www.tocaladecara.blogspot.com
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