miércoles, 9 de marzo de 2011

La expulsión de Van Persie

Pablo Orleans | Las clasificaciones de Champions siempre son controvertidas. Los errores arbitrales, siempre presentes en los comentarios del derrotado, no dejan de existir con el paso de los años y el aprendizaje del buen perdedor. Las excusas varían en cada caso, pero el trencilla suele ser el único protagonista de los lamentos de los que abandonan el torneo. En este caso, en el caso de ayer entre Barça y Arsenal, los londinenses no cambiaron el esquema ante los medios y justificaron su lamentable actuación con la intervención de Massimo Busacca en su contra. La expulsión de Robin Van Persie, el hombre de hielo, fundido por la impotencia de los suyos, servirá como la perfecta coartada ante la afición gunner para un equipo incapaz en la primera fase complicada de la Champions.


La rigurosa expulsión del tulipán es evidente. A pesar de que la consulta del reglamento no deja opción a dudas y la acción es merecedora de tarjeta amarilla, el colegiado debería saber leer un poco mejor las acciones. Aún así, considero que la expulsión es injustificable, legal y -para nada- favoritista para/con el conjunto de Pep Guardiola. Es más, me parece una falta de respeto al buen fútbol desplegado anoche en el Camp Nou que un entrenador -ex respetado desde hoy- muestre tal falta de coherencia y saber perder con dignidad. Las declaraciones de Wenger dejan al descubierto una más de las muchas carencias del equipo londinense. Pretender clasificarse para los cuartos de final de una UEFA Champions League, disparando cero veces a puerta en la vuelta es, según mi modo de entender este deporte, no sólo una falta de respeto al juego del Barça -porque al fin y al cabo es pura estrategia-, sino una tremenda falta de consideración y cortesía para una competición que no merece equipos de tal categoría si quiere pretender seguir siendo el mejor torneo del mundo.

Las declaraciones de Arsène me motivan. Y me motivan del mismo modo que creo motivan a todo el barcelonismo. Soltar tal cantidad de burradas inconexas, incoherentes y con tal mosqueo, rebote y/o disgusto, hace que lo que de verdad se muestre al mundo es la propia incapacidad y desquiciamiento de un técnico que no sabe cómo doblegar al conjunto culé. El enésimo fracaso de Wenger está causando mella en su salud, en sus palabras y en su capacidad de raciocinio. La derrota, poco a poco, lo está consumiendo y el francés descarga su ira contra todo aquello que le sirva para mantenerse en ese enquistado puesto algún tiempo más.

Ayer ganó el fútbol, con o sin árbitro. Un equipo que se vanagloria de tener un estilo fluido y dominante en las islas debe ser consecuente a la hora de medirse y caer ante un superior que le planta cara lejos de sus dominios en el trato del balón y en la posesión del esférico. Anoche, el Arsenal mostró su cara más amable en el terreno de juego. Como un gato agazapado, como un guepardo entre la maleza, el Arsenal optó por un estilo de juego desconocido con el que no supo lidiar. Como ese guepardo cazando en la oscuridad, el Arsenal fracasó en su intento de sorpresa y se quedó lamiendo su pelaje y echándole fantasía a sus excusas. No quedan excusas. Wenger volvió a frustrarse ante el Barça. El fútbol volvió a pasar, mientras que las lamentaciones habrá que dejarlas para los mal-perdedores.

Imágenes Taringa.net
  

1 comentario:

Bruno_1 dijo...

Fue injusta a mi modo de ver. Lo justo para la eliminatoria hubiean sido los penaltis, saludos!