Pablo Orleans | Con la temporada terminada, el ciclo en pausa y ningún gran título en las vitrinas, el FC Barcelona está en el punto de mira de todos los grandes críticos futboleros que rellenan columnas de juicios de valor acerca de una campaña nefasta en la que el conjunto culé llegó a unos cuartos de final de Champions League, a la final de Copa y con opciones hasta el último minuto de una de las Ligas más disputadas de la historia. Los eruditos supremos del balompié abarrotan los periódicos vistosos del país avasallando al equipo azulgrana que, si bien es cierto que no hizo un gran juego y la temporada no es para enmarcar, no ha cosechado un resultado tan nefasto como señalan, más después de las decenas de circunstancias deportivas y extradeportivas que menguaron a la plantilla y el estilo al que nos tenía acostumbrados el conjunto de la Ciudad Condal.
Imagen | Blaugranas.com |
Pero es el momento de hacer cambios. Grandes cambios. Así, empezando por el banquillo, el Barça recurre a una estrategia que le llevó a la gloria hace unos años. Optar por un hombre de "la casa" para capitanear el nuevo proyecto. Un hombre con carácter, culé hasta la médula y que ha conseguido un gran resultado con su anterior club, el Celta de Vigo. Luis Enrique es el hombre que recogerá el testigo de un atacado Tata Martino y durante las dos próximas temporadas pondrá las pautas para reactivar el ciclo pausado de un Barça que muchos quieren cerrar antes de tiempo. Pero no se equivoquen, este ciclo todavía no ha terminado. Y no ha terminado por una simple razón. El grueso del equipo sigue siendo el mismo, y el estilo que creó un antes y un después sigue estando vigente. Cierto es que hay que pulir un par de cosas y reforzar algo el plantel, pero la filosofía de los Xavi, Iniesta, Fàbregas, Piqué, Messi, Pedro y compañía, no se va a terminar porque unos cuantos pelagatos con miles de lectores, oyentes o espectadores quieran que se acabe. Se terminará cuando estos jugadores que se lo han dado todo al Barça, a la Selección española y al fútbol en general, jueguen su último minuto en un terreno de juego. Mientras tanto, a este modo de hacer fútbol todavía le queda vida. Seguro.
Imagen | Enko-football.com |
Y en los refuerzos está la clave. Con Ter Stegen en la portería, el guardameta alemán llamado a ser uno de los grandes porteros del fútbol mundial, tendrá la ardua tarea de suplir no sólo al gran Víctor Valdés, sino de defender una de las porterías más complicadas de este deporte.
Pero si algo hay que reforzar con celeridad y mesura es la defensa. Dos centrales de nivel y un lateral derecho que aseguren una defensa férrea con proyección atacante en las bandas. Así, Alves se caería de mi lista.
En el centro del campo, la llegada de Rafinha es una gran noticia. El menor de los Alcántara ha consumado una grandísima temporada en Vigo y llegará a Barcelona sumando calidad en el centro. Quizá sería hora de darle salida a Song y reforzar el mediocentro defensivo con una figura que dé descanso con garantías a Busi.
Imagen | Vavel.com |
Y en el ataque, la llegada de Deulofeu abarrota una delantera con efectivos pequeños de sobra. Pedro, Alexis, Neymar, Messi, Tello y Deulofeu sería el sexteto atacante para la próxima campaña. Pero si algo necesita este Barça con urgencia es un nueve puro. Un delantero centro que sujete a los centrales y que tenga claras opciones en los balones por alto. Una opción necesaria para un equipo que cuenta en sus partidos con posesiones monopolísticas y rivales encerrados.
Es necesario un Barcelona mejorado, un Barcelona reforzado. Con la misma filosofía, con el mismo gusto por el trato de balón. Pero un Barcelona con alternativas. Con un equipo equilibrado que ataque según se plante el adversario al frente y que pueda desatascar amasijos de piernas de diferentes opciones. Pero, sobre todo, el Barça necesita un cambio de mentalidad, un giro de confianza y de carácter. Y creo que el equipo culé ha dado en el clavo. Luis Enrique debe ser la pieza fundamental del nuevo Barça. El Cholo de la Ciudad Condal. La figura que le implante a la plantilla su propio modus vivendi. Una forma de ser y de hacer. El mismo temperamento que lució en los campos de fútbol con el 21 a la espalda. Ésa será la clave del nuevo Barça.